Nos hemos tragado la mayor mentira: que la comida chatarra y las bebidas azucaradas son alimentos, sacian el hambre y saben rico. Lo cierto es que no alimentan ni nutren. Necesitamos que MinSalud y la DIAN les digan a los colombianos que el alimento es aquel que no tiene sellos ni impuestos, que se consigue en las plazas de mercado y en los graneros y que, mientras menos ingredientes y procesamiento lleven, es mucho mejor.
En ese sentido son prometedores los resultados de Cifras y Conceptos (encuesta Polimétrica de febrero). Indican que el 54 % de los encuestados considera muy útil el etiquetado de sellos negros octagonales que advierten el exceso de sodio, grasas saturadas, grasas trans, azúcares y contenido de edulcorantes en los productos ultra procesados; lo es particularmente para los jóvenes (18-35 años), entre quienes la medida cuenta con más del 60 % de aceptación.
Un 36% afirma que estos sellos han modificado sus preferencias de consumo, y ahora compran menos los productos que los exhiben.
El 84 % cree que sería útil para las familias contar con más información sobre cómo alimentarse de manera sana.
MinSalud se ha quedado corto en la obligada pedagogía y el INVIMA también ha sido débil en inspección, vigilancia y control. Aunque hay que aclarar que la #LeyComidaChatarra aún no se ha implementado totalmente en Colombia, pues la fecha límite para ver los sellos octagonales en los envases y empaques es el 14 de junio de 2024.
Rectores de colegios nos contaban con tristeza que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) está repleto de productos con sellos. Es incoherente que el mismo Gobierno los entregue a sabiendas de que no nutren y van a enfermar a la población en crecimiento. ¿Cuándo se brindará un PAE sin chatarra?
El etiquetado y los impuestos son los primeros pasos de una ruta trazada por la Organización Mundial de la Salud. Nos falta avanzar con las reglamentaciones para los entornos escolares y de primera infancia y con la restricción de la exposición de personas menores de 18 años al márquetin de productos nocivos.
También estamos a ciegas, pues la última Encuesta de Situación Nutricional, que se hacía cada 5 años, es de 2015. Fue la que mostró que Colombia, además de desnutrición, tenía alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad: 1 de cada 4 niñas y niños entre 5 y 12 años los padecían. Estaremos ahora en 1 de cada 3. ¿Cuándo tendremos la nueva encuesta?
Avanzamos, sí, pero no tenemos información y preocupa la lentitud en asegurar estos dos pasos que le urgen al país. El bienestar y la salud de las nuevas generaciones siguen en riesgo por una “alimentación” basada en chatarra.