Ahora que celebramos el día del idioma, vale la pena que los colombianos nos hagamos la pregunta que encierra el título de esta columna, para que podamos entender si efectivamente hemos alcanzado, o no, un dominio apreciable de todas las posibilidades que nos brinda la comunicación hablada y escrita.
Muchas personas se conforman con un vocabulario limitado y trivial, y no hacen nada para ampliarlo; esto quiere decir que no indagan sobre el significado de los términos para aprender a usarlos, y enriquecer de esa manera las formas de comunicación con las inmensas posibilidades que nos ofrece el idioma.
Para aprender a hablar y a escribir, dice Antonio Caballero, lo que mas hay que hacer es consultar el diccionario. Estamos acostumbrados a que oímos nuevos términos, pero nunca indagamos sobre lo que realmente significan, tampoco hacemos esfuerzo alguno para retenerlos en la memoria y menos para aprender a utilizarlos en nuestras relaciones habituales, lo que hace que la comunicación sea precaria, y terminemos utilizando elementos simples y muchas veces vulgares, pues nuestro limitado léxico no permite otras formas de expresión.
El español es una de las lenguas mas ricas en terminología, y quienes logran dominar buena parte de su riqueza, están en capacidad de ofrecer una amena conversación, abundante en formas y elementos, que hacen apreciar un disfrute lleno de eufonía.
Como dato curioso, Borges decía que en donde se habla peor español, es precisamente en España; porque se han acostumbrado a un lenguaje escueto, al que le agregan términos pedestres, vulgares y prosaicos, y en donde además han tomado la costumbre de expresarlo a gran velocidad.
En cambio, Octavio Paz, dijo que donde mejor de habla el español es en Bogotá. Lo propio ha afirmado el mismo director de la Real Academia Española. Mencionan Bogotá, pero lamentablemente no, Colombia, en donde es claro que a nuestras regiones les hace falta hacer un mayor esfuerzo por aprehender mejor el idioma y para usarlo en las enormes posibilidades que ofrece.
Bueno sería que en los establecimientos educativos se implementara un ejercicio permanente con el objetivo de incrementar el vocabulario en la expresión de las personas; igual caso aplica para la prensa y para todos aquellos que trabajan en oficios de comunicación. El mismo Borges decía que nadie puede escribir bien, si habla mal; y viceversa. Oír expresarse a una persona con un lenguaje limitado y con expresiones inapropiadas, es realmente lamentable, y tengan la seguridad de que esa circunstancia les resta oportunidades en la vida, pues su capacidad de comunicación es finita y por lo tanto elemental, y no apropiada para las responsabilidades que se pretenden confiar.
En una oportunidad Luis Carlos Galán se encontró con un funcionario que le expresaba mil cosas utilizando términos de bastante calibre, cuando la conversación terminó, Galán sonrió y dijo con sarcasmo “sin duda tenemos un burócrata reputado”. Un consejo: no seamos haraganes; y comencemos por investigar el significado del término.