La semana anterior, La Opinión publicó la columna: “Muchileo”, de mi autoría, en la cual narré la experiencia de un desesperado pasajero que con mucho valor, decidió grabar la irregularidad de un conductor de servicio público de pasajeros que cubría la ruta nacional Cúcuta – Pamplona.
El bus partió con diez pasajeros de la terminal de transporte de Cúcuta y luego de pasar el Peaje Los Acacios, ubicado en la recta Corozal, permitió que catorce personas subieran al vehículo, sin la protección de un seguro de vida como pasajeros en caso de accidente, dado que abordaron el automotor de manera ilegal, sin que hubiese autoridad alguna que controlara dicha irregularidad en materia de tránsito y transporte, e inexistentes medidas de bioseguridad.
Absolutamente nadie sabe a ciencia cierta, cuántas personas ingresan al territorio nacional por las trochas y aún menos, cuántas de ellas lo hacen infectadas por la COVID – 19, ya sean sintomáticas o asintomáticas, en el sentido de que ellos, antes de pensar en el costo de una prueba para determinar si están contagiados, prefieren adquirir alimentos y eso es aparentemente lógico.
Además, de qué sirven los controles en supermercados, bancos y otros establecimientos comerciales, cuando una de las venas abiertas de posible foco de contaminación puede estar transportándose por medio de estas humildes personas que claman ayuda.
Por otra parte, es necesario que la Policía Nacional, la Secretarías de Salud, la Cruz Roja Colombiana y demás entidades e instituciones responsables del tema, tracen un verdadero plan de acción que, por lo menos, valore las condiciones físicas de los migrantes y se les preste la ayuda que sea necesaria, toda vez que ignorarlos, se convierte en un delicado delito humanitario.
Estoy seguro que de nada servirán las medidas adoptadas en el Puesto de Mando Unificado (PMU) cuando un problema de tal magnitud, no ha tenido la atención requerida en particular, de la autoridad policial que en su especialidad respectiva, puede incrementar sus controles, debidamente acompañados por los responsables del manejo epidemiológico del departamento.
Es muy fácil criticar al gobernador y al alcalde, cuando no somos capaces de cumplir con las mínimas exigencias que se plasman en decretos y de ahí las alarmantes cifras.
Como dato curioso, una de las empresas que ofrece servicios exequiales, en especial la cremación de cadáveres, aumentó su capacidad al doble, lo cual tiene una solo explicación: un alto porcentaje de los residentes en el Área Metropolitana de Cúcuta, son muy indisciplinados socialmente y esa gran oportunidad, será aprovechada por expertos en el negocio de la disposición final de cuerpo humanos, quienes no dudaron ni un instante en dicha inversión, que entre otras cosas, es una de las consecuencias del muchileo.
