La campaña libertadora colombiana, inicia en Santafé de Bogotá el 20 de julio de 1810 y termina en la Batalla de Boyacá del 7 de agosto de 1819. Hasta el inicio de la campaña libertadora, la ciudad más importante de lo que hoy es el Norte de Santander, era Pamplona, capital de la Provincia del mismo nombre. Para esa época Cúcuta tenía menos de quinientos habitantes al igual que San Cayetano, mientras Villa del Rosario tenía más de mil; Pamplona podía tener unos 20 mil habitantes. Cúcuta en la provincia era absolutamente marginal.
Para el Congreso de 1821 Cúcuta ya contaba con más de 1.300 habitantes, Villa del Rosario llegaba a los 1.700 y San Cayetano, llegaba solo a los 500. Con la campaña libertadora llegaron a pelear del bando criollo ciudadanos de países enemigos de España como Francia, Alemania e Inglaterra, quienes entraron por el lago de Maracaibo y allí se asentaron. Aunque Cúcuta estaba en franco crecimiento, estaba muy por debajo de Villa del Rosario, y por eso, en el templo de esa ciudad se reunieron los constituyentes, además de que la casa del general Santander estaba allí. Del 30 de agosto al 3 de octubre de 1821, la Villa del Rosario fungió como la ciudad más importante de la gran Colombia.
Hacia mediados del siglo XIX el café se convirtió en un cultivo importante en esta zona y los alemanes que se asentaron en Maracaibo empezaron a pensar en exportarlo mediante las casas de comercio de que eran dueños. Cúcuta se volvió entonces el punto nodal de ese comercio que se empezó a mover multimodalmente (mula y barcazas) hasta la frontera con Venezuela para ser enviado por el ferrocarril de esa zona de Venezuela a los puertos del lago.
Para la fecha del terremoto, 1875, Cúcuta ya tenía 10.000 habitantes, mientras Villa del Rosario solo la mitad, y se proyectaba como la ciudad más importante de la región. Para el cambio del siglo, a pesar del terremoto y del sitio de Cúcuta, la ciudad ya tenía casi 17.000 habitantes. Para 1910 cuando se creó el departamento Norte de Santander y Cúcuta se convirtió en su capital, la ciudad contaba con casi 22.000 habitantes y ya era más grande que Pamplona y Ocaña. Con la independencia, Pamplona perdió su importancia y Cúcuta la superó.
Durante la época del tren, 1888 a 1960 la ciudad pasó de 13.000 habitantes a 145.000, un 3,4% multianual, que muestra un importante crecimiento sostenible. Acabado el tren empezó la “Cúcuta comercial” con el despertar petrolero venezolano y su repartición de subsidios. Esta “riqueza fácil” disparó la migración, aunada a la violencia rural que impulso el oleoducto Caño Limón-Coveñas al atraer a las guerrillas. Entre 1960 y 1983, el período de la bonanza comercial, la población pasó de 145.000 a más de 367.000 habitantes, con un crecimiento multianual del 4,1%. Este boom demográfico, producto de la inmigración, se dio en un momento donde la ciudad se aisló en su burbuja “cambiaria” y perdió importancia relativa en el país. La planeación urbana que se mantuvo hasta mediados del siglo XX desapareció, impulsado también por la nueva visión de lo público intrusivo, donde las empresas de servicios públicos, en particular las de acueducto, se volvieron fortín político y el estado se empezó a ver como botín. El crecimi
ento urbano fue después orgánico, descontrolado.
Entre 1983 y la crisis fronteriza de 2015, la ciudad bajó su crecimiento multianual a un 1,8% mostrando la cara de la crisis. No dispongo de cifras de la diáspora venezolana, pero creó que entre 2015 y hoy la ciudad debió crecer su crecimiento multianual otra vez, aunque con los indicadores de pobreza e informalidad también creciendo.
El movimiento pendular pone ahora a Cúcuta como ciudad marginal del país, de manera similar a como lo era a nivel de provincia para el momento del Congreso de 1821.
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