En 5 meses son las elecciones para la Alcaldía de Cúcuta, y cualquiera que sea el más opcionado para dirigir los destinos de la ciudad a partir del próximo año, la realidad es que Cúcuta está desbordada no solo por la migración incontrolada, la informalidad, el desempleo y ahora hasta la falta de gasolina.
La tarea es grande para quien llegue. El problema es cada vez más complejo en el país y está afectando de manera más profunda a las ciudades fronterizas, y lo peor de todo es que el presidente Duque con algunas de sus intervenciones desafortunadas no hace sino polarizar más el país, genera incertidumbre y aumenta ese sentimiento de ingobernabilidad que se vive en el país.
¿Qué puede pensar un inversionista que está mirando la posibilidad de traer sus dineros a este país, cuando su presidente ante el fallo de la Corte Suprema que decidió concederle libertad a Santrich, señala que es respetuoso de la justicia, pero a renglón seguido dice que es un mafioso?
¿Qué confianza le puede generar a ese inversionista para traer sus dineros al país? Pues ninguno. Al otro día invierte en otro país.
Un inversionista ante todo necesita seguridad, unas reglas de juego claras que le generen confianza.
Esa clase de expresiones de un presidente hacen daño y generan un impacto económico desafortunado. Así no funciona ni la economía naranja.
Por estos días leía una hipótesis preocupante sobre la política colombiana, que fuera abordada en términos económicos por Salomón Kalmanovich, y es que en definitiva polarizar el país da resultados electorales, tanto a la izquierda como a la derecha, e incluso para algunos puede tener un propósito más calculado y perverso: hay quienes le apuntan a polarizar, desestabilizar, e incluso, dice Kalmanovich, hasta generar una inestabilidad económica porque es el camino más probable para abrirlas puertas de una asamblea constituyente, y ahí sí, sacarle partido a esa nueva “refundación de la patria”.
Mientras eso sucede en el país, la situación de las ciudades fronterizas cada vez es más preocupante.
Por estos días se han venido sucediendo una serie de robos en la ciudad, incontrolados, en barrios como los Caobos, que muestran casi la impotencia de la gente frente a lo que está sucediendo.
El explosivo que estalló en la Parada es una muestra a lo que estamos llegando.
Muchos amigos que me expresan esas inquietudes, han llegado a entender que hay que hacer algo por la ciudad, e incluso han ido a medios de comunicación a expresar sus preocupaciones y cívicamente tratar de hacer algo.
Han enviado un mensaje a la ciudad, “Cúcuta, Despierta” a través de una muy cucuteña, Ina Casas, que está convocando.
Nada más oportuno que reaccionar por la ciudad, hacer algo por Cúcuta.
De entrada, una primera idea, no sé si aún es posible, el tema de la migración venezolana es de tal magnitud y gravedad, con proyecciones de agravarse, que debe definirse una política pública en el POT de la ciudad. Ahí la intervención ciudadana es fundamental. Aún más, pensaría que es tan complejo y grave el tema, que hasta alguna ayuda internacional puede intentarse en la que podría ayudar a hacer un esfuerzo. Como se dice reiteradamente, la crisis también generan oportunidades. Apuntémosle a ellas, ¡despierta, Cúcuta!