Todos los años, por esta época, se celebra en El Monte de Davos, Suiza, La Cumbre Económica Mundial.
Allí se dan cita líderes empresariales, políticos, periodistas e intelectuales de todo el mundo para analizar los problemas apremiantes que enfrenta el mundo: económicos, de salud, seguridad y medio ambiente.
Este año se cumple la edición 46 con 2.500 participantes, entre los que se encuentran más de 40 jefes de Estado y de Gobierno, quienes están rodeados por 5.000 militares como medida de seguridad.
Según los analistas, la mayor atención está sobre cómo afrontar los retos de la Cuarta Revolución Industrial, conocida como la industria inteligente, pues no está claro como cambiará la estructura de la economía ni la forma de relacionarse, lo único cierto es que estamos en los albores de una nueva tecnología.
Vale recordar el impacto de las tres anteriores revoluciones industriales, la primera fue a finales del siglo XVIII, la cual cambió la forma de generar energía para mejorar los sistemas de producción.
La segunda se dio en 1870 de la mano de la electricidad, con cambios en la división del trabajo para permitir la producción en masa.
Tras finalizar la segunda guerra mundial aparece la tercera revolución industrial, llamada científica y tecnológica, con énfasis en energía nuclear, telecomunicaciones, informática y robótica.
Como fruto de la llegada de la Cuarta Revolución Industrial, conocida como la revolución industrial inteligente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de proyectar la pérdida de 7.1 millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años en las 15 economías más avanzadas.
Claro que como compensación se crearán 2 millones de plazas que requerirán personas con diferentes habilidades.
Aunque el impacto de estos avances se verá en todas las actividades, el sector salud, el energético y el financiero serán los que tengan mayores pérdidas de empleo.
Esta alerta de “tecnologización” económica llevó al Papa Francisco a pedir al Club de los Privilegiados no olvidarse de los pobres, creando trabajos dignos para todos al organizar los medios de producción que contribuyan a fomentar el desarrollo.
Pese a dirigirse a una cumbre de magnates, tanto públicos como privados, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se hizo tomar una foto mostrando el tiquete económico, al parir de Bogotá.
Que buen ejemplo.