Las elecciones del pasado 19 de junio dejan varios hechos extraordinarios para la historia de Colombia. Estos son los más sobresalientes:
La llegada a la Presidencia y Vicepresidencia de la República de dos genuinos militantes de la izquierda democrática.
La baja incidencia de los partidos políticos en las elecciones.
La alta votación que obtuvo la otra candidatura.
La disminución de la abstención electoral.
La casi inexistencia de atentados contra el orden público.
El triunfo de los candidatos del Pacto Histórico significa un cambio radical en la conducción del Estado que produce en sus seguidores una enorme satisfacción y preocupaciones en sus contradictores. Sin embargo, no me aventuro a adivinar cómo actuará el nuevo gobierno; sólo trato de hacer un análisis de los hechos registrados.
El Presidente Petro viene de una larga lucha política que encontró el momento propicio para su triunfo. ¿Cuáles son las características de este momento? En primer lugar, la implacable crítica al actual gobierno que le generó una mala imagen. También, la dispersión de los partidos políticos que condujo a que la gran mayoría de candidatos no se presentaran con su respaldo sino con el de firmas de ciudadanos. Igualmente, el discurso atractivo del candidato ganador que se fue adaptando a las circunstancias que iba encontrando en su camino.
Los primeros pronunciamientos del Presidente electo y de sus voceros tienen un tono de ecuanimidad por lo que han sido bien recibidos en general. Naturalmente, serán las decisiones que tome como gobernante las que indicarán cuáles son sus objetivos primordiales.
Es significativa la alta votación de Rodolfo Hernández que surgió como una opción independiente y logró llegar a la segunda vuelta con posibilidades de ganar. El respaldo a este candidato es demostración de una inconformidad de muchos colombianos que rechazaron el ideario del Pacto Histórico.
Después de estas elecciones se vislumbra una nueva realidad política porque la llamada “polarización”, que ha sido una estrategia electoral, se va a convertir en una división ideológica de la sociedad colombiana teniendo en cuenta cómo se enfilaron las tendencias de pensamiento en dos grandes segmentos ciudadanos.
La inesperada incursión en la liza electoral del ingeniero Hernández fue exitosa porque recogió el sentimiento de los ciudadanos en contra de la corrupción oficial, que fue su bandera de campaña. Con un lenguaje tosco y unas actitudes diferentes a las de los políticos tradicionales, Rodolfo Hernández generó credibilidad entre los electores y copó el espacio que perdieron los partidos diferentes a los aliados en el Pacto Histórico.
Quedan muchas lecciones de estos comicios que ojalá sirvan para el bien de Colombia que ha sufrido graves dificultades durante casi toda su vida independiente. Los gobiernos deben tener como misión principal el bien común, con base en su mandato derivado del pueblo que los elige y, aunque nuestra democracia es débil y con defectos, por lo menos en los procesos electorales los ciudadanos han podido ejercer con amplitud sus derechos.
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