Amables lectores: Todos los ciudadanos queremos saber cómo, cuándo y por qué empezaron los males que nos aquejan. Este interrogante no lo definen ni politólogos, ni historiadores, es un problema para sofá de psiquiatra.
En Colombia existe una altísima irresponsabilidad en el acto de expedir leyes sin evaluar previamente si impactaran positiva o negativamente la economía y las finanzas públicas.
La reforma laboral que varía la jornada ordinaria en una hora sin recargos, irá hasta las 9 de la noche y no hasta las 10, como es ahora. Afectará a la clase trabajadora a la que busca proteger. Todo encarecimiento de mano de obra desactiva la creación de empleo e impulsa el crecimiento de la informalidad que hoy está en un 50%. La empresa privada no está contenta con esta medida. Los voceros gremiales afirman esta reforma traerá un aumento importante en los costos laborales principalmente en actividades de mano de obra intensiva como son los servicios de celaduría, restaurantes y hoteles donde se trabaja en horarios extendidos. La industria también se afectaría porque se acabaría con la posibilidad de contar con dos turnos de 8 horas, afectando la competitividad. En la otra orilla las organizaciones sindicales celebran esta medida como el inicio del desmonte de la ley 789 del 2002 que varió el esquema de los recargos laborales.
Recodamos que como premisa para aprobar la Ley 789, se argumentó que las horas extras hacían menos oneroso el enganche de personal y con esto se reduciría el desempleo.
Este resultado está por verse y lo único cierto es que la informalidad ha adquirido cifras muy altas. Según planeación Nacional el recorte en dos horas de la jornada ordinaria traería como resultado el recorte de 72.000 personas, produciendo en consecuencia un efecto negativo sobre el crecimiento económico.
Sorprenden otras dos reformas pensionales aprobadas por el congreso y sin sanción del ejecutivo; con poco impacto pues el país no necesita pequeñas reformas sino una integral que genere un sistema más incluyente y sea plenamente sostenible. Una de las reformas aprobadas reduce las semanas de cotización para las mujeres y mejora la cobertura. Esto es positivo pues ellas tienen mayores dificultades para completar las semanas cotizadas porque entran y salen del mercado laboral debido a embarazos y cargos por atención al hogar. La otra reforma reduce los aportes a la salud de los pensionadas del 12 al 4% mensual. Muy discutible pues aumenta en tres billones la carga para el fisco y el sistema pensional se vuelve más regresivo. No es un alivio para los más necesitados, porque la reforma incluyó a “todos los pensionados” y esto beneficia a quienes reciben las pensiones más altas y aumentando así la inequidad.
Al aprobar estas reformas se comprobó que fue más importante la política, que cualquier otro aspecto. Quedó plenamente demostrado que en época preelectoral vale más el populismo que un análisis serio de los proyectos y sus impactos. Solo ha importado quedar bien con la tribuna, así las finanzas públicas sean golpeadas.
¿Quién responderá por la mayor informalidad laboral y el crecimiento del desempleo?