El miedo es un mecanismo de defensa contra el peligro y, por ello, inspirarlo es válido cuando la amenaza es cierta.
En 2016 advertimos de una amenaza y fuimos acusados de sembrar miedo, pero la historia nos dio la razón.
Santos había convocado un plebiscito que no necesitaba, pero que, ya convocado, lo obligaba.
Por eso, ante la posibilidad de detener el atropello a la democracia de un Acuerdo con narcotraficantes devenidos en contraparte legítima del Estado, los partidarios del NO adelantamos una campaña para decirle al país una verdad… que daba miedo.
Era necesario alertar sobre un plebiscito con una promesa de valor que se estrelló con la realidad, pues no terminó la violencia narcoterrorista que llamaban “conflicto”, ni llegó la paz “estable y duradera”, que Santos proclamó al recibir el Nobel: “El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia”… ¿Quién lo ha visto?
Ni que decir de la amenaza presidencial de “guerra urbana” si no se apoyaba el Acuerdo, miedosa y mentirosa, pues hubo acuerdo “a las malas” y, aun así, enfrentamos una guerra narcoterrorista urbana disfrazada de protesta popular.
Al final, nos quedamos con el Acuerdo y con el miedo, solo que hoy caminamos hacia el abismo y sentirlo es imperativo, no para quedarnos en él, sino para reaccionar frente al peligro.
Miedo frente al progresismo populista que busca replicar en Colombia el Socialismo Bolivariano. Miedo a la pérdida de libertad, la expropiación, el control de la prensa, la concentración del poder, la persecución al privado, el gigantismo kafkiano del Estado y la vigilancia orwelliana del “Gran Hermano”.
Sí, miedo de ver a Colombia convertida en otra Venezuela, Cuba o Nicaragua; y a los colombianos en caminantes huyendo de la pobreza y la dictadura.
Es momento de definiciones. El Centro Democrático estableció la ruta de selección de su candidato, entre aspirantes de grandes méritos; pero, más allá de mi parentesco, el fenómeno político es María Fernanda Cabal, encarnando mejor los principios del partido en temas como la seguridad y el imperio de la ley, el fomento al emprendimiento, la desregularización del Estado y su reducción, que atacan la corrupción y mueven el empleo formal, y el rescate del campo con la revolución de las vías terciarias y el acceso al crédito.
Su lealtad a estos postulados, su coherencia con las causas fundantes del Centro Democrático, y la determinación con que las ha defendido, encontró gran respaldo en amplios sectores de opinión.
Vendrán los resultados de las encuestas y la contienda de marzo de 2022, en la que será importante la conciencia de la amenaza que enfrentamos, para pasar del miedo a la decisión patriótica, porque una sociedad NO puede enfrentar el peligro de hoy y los retos del futuro con miedo, sino con determinación y esperanza. Por eso “Yo Soy Cabal” , ¿y usted?