En el marco de la celebración de los 50 años del departamento administrativo Coldeportes, y con la aprobación la creación del Ministerio del Deporte en el Senado de la República, avanza el proyecto de fortalecer la institucionalidad deportiva en Colombia, un aspecto altamente relevante tanto para los atletas de nivel internacional y deportistas de alto rendimiento, como para los ciudadanos del común que requieren mayores esfuerzos en materia de prevención en salud a partir de prácticas deportivas y hábitos saludables.
A pesar de que todavía falta que se apruebe la iniciativa en la Cámara de Representantes, el ascenso de Coldeportes es prácticamente un hecho que se hará efectivo en el mes de diciembre de este año. A la iniciativa le han llovido fuertes críticas en torno al impacto fiscal que podría generar la creación de un nuevo ministerio (costos de la burocracia) y a la sede de la cartera, respecto a lo que continúa el debate de si la casa de Mindeporte será Cali o Bogotá. Congresistas de distintas orillas políticas ven con preocupación la idea de que la capital vallecaucana sea la sede del Ministerio, por aspectos contractuales, logísticos y legales. Sin embargo, las preocupaciones deberían estar más orientadas a la proyección de este Ministerio, el cumplimiento de sus funciones, la generación de proyectos y sobre todo, la ejecución de recursos en materia de manejo del tiempo libre, promoción de la actividad física; y orientar el deporte colombiano desde las distintas federaciones e institutos departamentales y municipa
les para que los atletas tengan más apoyo del Estado en sus distintas presentaciones y competencias.
A pesar de las críticas (aceptables) que se le hagan, la creación del Ministerio del Deporte constituye una evolución sustancial en la forma en que se percibe la actividad deportiva y recreativa en el país, debido a que elevando a Coldeportes al rango ministerial, las garantías que como ministerio le puede ofrecer a los deportistas y la planificación en materia de prevención de consumo de sustancias psicoactivas aumentarían significativamente. Más importante aún: Se está empezando a ver la necesidad de que en Colombia los proyectos, programas y metas duren más de un período (4 años) y cuenten con las garantías presupuestales necesarias para darles continuidad en el tiempo en aras a lograr transformaciones profundas. Por fin se está hablando de políticas de Estado (que no varíen cuando cambie el tinte ideológico del gobierno de turno), y en este caso específico, política de Estado para el deporte.
La creación del Ministerio del Deporte se veía venir desde que nos dimos cuenta de que tenemos un presidente que le encanta hacer trucos con el balón como ‘La 21’, regalar camisetas de fútbol a mandatarios en Asambleas Generales de la ONU y tocar la guitarra en entrevistas políticas, un presidente que le apuesta al 100% al entretenimiento y la recreación y que le da prioridad a artistas de talla internacional como Maluma y que promueve la creatividad en los jóvenes en cada una de sus alocuciones públicas. Lo celebramos, Presidente.
No obstante, lo importante de Mindeporte radica en que pretende que el deporte se convierta en uno de los mecanismos de superación en Colombia, para dejar atrás las dinámicas violentas que se vivenciaron, para tejer un mejor futuro y mejorar la cohesión social en el contexto posacuerdo en el que nos encontramos.
El deporte, sin lugar a dudas, cierra brechas sociales y brinda oportunidades a jóvenes que no encuentran muchos caminos para progresar en medio de contextos violentos, escasos de educación y de apoyo afectivo. Por ello, debemos exigir que el aumento del presupuesto que se prevé para esta cartera se vea reflejado en inversión y no en gastos de funcionamiento, además de una mayor capacidad para hacer que las entidades territoriales aporten más recursos para los deportistas y así, denotar que convertirse en ministerio tiene beneficios reales y no sólo nominales.