En los próximos días en el gran país del norte políticamente podría suceder cualquier cosa. Si Trump, lo que hoy resulta bastante probable llegare a perder las elecciones, y como lo ha anunciado públicamente su presidente, no reconocería su derrota, Estados Unidos podría estallar con todo lo que ello significa para su propio país y el mundo. Ni para imaginar el escenario del próximo 3 de noviembre en horas de la noche cuando podría anunciarse la victoria del demócrata Biden. La gran pregunta es ¿cómo haría efectivo Trump su rechazo a un resultado electoral adverso? Ese es el interrogante y gran desafío para USA, por cuanto ya se habla incluso que en los últimos años se han fortalecido fuerzas nacionalistas y de derecha armadas.
Lo del coronavirus a Trump y su esposa ahora no deja de ser paradójico: uno de los líderes de una de las potencias del mundo que llegó hasta burlarse del virus, que lo llevó en el debate del pasado martes a decirle a Biden, sacando con desdén un tapabocas, que lo usaba apenas cuando fuere necesario, y se lo volvió a guardar casi que en una actitud teatral, presidente a quien no lo conmovió la muerte en su país de 210 mil ciudadanos, ahora está contagiado. Y dependiendo de la evolución de su enfermedad, irónicamente va a tener un efecto en los resultados electorales del próximo 3 de noviembre. En efecto, si Trump se recupera pronto, podría enviar un mensaje que tenía razón, que el virus no es de la letalidad que se anuncia y que denuncian los demócratas y hasta podría confirmar que la vacuna está a la vuelta de la esquina. Podría politizar el debate a su favor.
Pero ni imaginar si a tres días de las elecciones el virus toma a Trump hospitalizado y en un mal momento clínico. ¿Hasta dónde los republicanos podrían llegar ante la probabilidad de una derrota electoral, a solicitar un aplazamiento de las elecciones? Ese sería un escenario peligroso, cercano al caos, porque dependiendo de su manejo podría llevar a considerar a muchos que por ejemplo Trump no estaría en una situación de enfermedad real, sino que estaría aprovechando políticamente el momento para ganar tiempo. No se que dice la constitución de los Estados Unidos en un evento probable de aplazamiento de elecciones. Ni siquiera la constitución de Colombia contempla esa posibilidad. Algo inédito en la historia política en el mundo. Lo más cercano que recuerde, en 1985 en Brasil un candidato a la presidencia en campaña electoral se enfermó, Tancredo Neves, fue intervenido en 7 oportunidades, ganó y antes de asumir murió.
El debate del martes pasado fue calificado como una vergüenza nacional. Trump no dejó hablar a Biden. Lo increpó, lo acorraló, en momentos lo insultó, y todo ello, en una de las llamadas mejores democracias del mundo. Por ello, debe tener razón el escritor británico David Runciman en su libro “Así termina la democracia”, del porqué ese sistema político que en el siglo XIX se mostraba como uno de los mayores logros del hombre, algún día se derrumbaría. El 3 de noviembre próximo es una prueba. De lo que suceda ese día dependerá mucho el futuro del mundo.
En otro contexto, y como si con el tema de las elecciones no fuera suficiente, Estados Unidos está sumido en una situación social muy compleja, de enfrentamientos a raíz del asesinato del afroestadounidense George Floyd, unas heridas que aún no se cierran, y se suma las muertes por coronavirus, desempleo y violencia racial en varias ciudades. Y faltaría que en este escenario político surja otra bomba que no estaba en las cuentas de nadie, que Trump llegare a fallecer de coronavirus. Ahí sí para recordar una práctica de hace dos mil años en el imperio romano, cuando uno de sus emperadores se acercaba al coliseo para tomar juramento como nuevo emperador, de camino alguien le repetía muchas veces “acuérdate que tu también eres mortal”.