Colombia conmemora el centenario del nacimiento del expresidente Virgilio Barco Vargas. Un importante registro para la historia de este país, pues su influyente personalidad lo llevó a ejercer un liderazgo de altas connotaciones en lo intelectual, en el servicio público y en todas las empresas que acometió.
Repasar hoy ese periplo vital que lo condujo por las mas altas dignidades del Estado, nos lleva necesariamente hasta ese hombre, que además de desempeñarse como un esforzado y brillante profesional, tuvo el acierto de colocar su talento y vocación de servicio en la actividad pública a la que se vinculó desde los primeros niveles, como concejal de Durania, aquel municipio denominado así en honor de tu tío abuelo, el general Justo Leonidas Durán Gómez, por quien llegó a sentir una enorme admiración como quiera que había sido uno de los grandes protagonistas de los hechos que enmarcaron la república en las postrimerías del siglo XIX y los albores del siglo XX. Y tal vez por eso, fue que se propuso continuar esa tarea inconclusa de su ancestro para trabajar decididamente en la construcción de un mejor país, y desde luego, en la transformación de su partido, el Liberal, en donde ubicó su ideología, hasta llegar a dirigirlo y encaminarlo en la conducción de los destinos nacionales, con un criterio moderno y racional, en medio de las mas complejas situaciones, cuando los carteles del narcotráfico, fortalecidos internacionalmente, amenazaban con arrasar la democracia y la dignidad del país.
La personalidad y el talento de Virgilio Barco, fueron los indicados para ese momento histórico. Un hombre pragmático, analítico y con profunda formación ética, orientó y dirigió el Estado con los mejores talentos del momento, y supo exhibir una rigurosidad de pensamiento que de ninguna manera condescendió ante las graves amenazas de esas extrañas fuerzas que se habían sembrado en los más oscuros reductos de la criminalidad.
Hoy, desde la distancia de esos dramáticos hechos, no podemos menos que exaltar el coraje y la inteligencia de ese estadista que, con su espíritu de determinación, supo conducir con éxito a Colombia, en medio de las más impresionantes amenazas.
Virgilio Barco fue un técnico colocado al servicio público. Habiéndose formado en los Estados Unidos en las disciplinas de la ingeniería y la economía, aplicó ese conocimiento al servicio de sus conciudadanos, ya como alcalde de la capital del país, como ministro de obras públicas, como funcionario de la banca internacional, y desde luego, como presidente de la República, en donde llegó pensando en las grandes vías para interconectar al país, en la reducción de la pobreza, en la ampliación de las coberturas educativas, en la extensión del servicio de agua potable y en la transformación de las áreas urbanas, para asomarlas a la modernidad.