El país se encuentra frente a un gran dilema que tiene que resolver de manera urgente: se están viendo claras señales de recuperación económica, sobre todo del fuerte repunte a partir de abril, lo que ha ocasionado que los principales analistas hayan tenido que subir la perspectiva de crecimiento de 5%, a más del 7% para el presente año. Sin embargo, nos encontramos con que, a pesar de ese comportamiento positivo en los sectores productivos, acompañado del incremento de las exportaciones, la repercusión no se ha visto en la misma proporción en el indicador de desempleo; y a pesar de que se ha disminuido, sigue en una cifra preocupante, pues el último registro nos muestra que estamos por encima del 14%, casi un 40% por encima del 10.5 experimentado antes de la pandemia.
Nos preocupa que los registros de las Cámaras de Comercio señalen que miles de empresas no han renovado su matrícula (en el caso de Bogotá, se dice que 54.000 establecimientos no lo hicieron, lo que nos da un indicativo de lo que puede estar sucediendo en todo el país.
Ante estos hechos, creemos que las políticas de reactivación económica diseñadas por el gobierno, deben apuntar a un apoyo esencial a estas empresas, que vieron desaparecer sus ingresos y consumirse en medio de la tragedia, hasta quedarse sin patrimonio y llenas de deudas, después de haber experimentado desarrollos exitosos.
Los datos están de manera concreta en los registros de las Cámaras de Comercio y sobre ellos se debe trabajar, para que se implemente una línea de crédito con varios componentes, en donde no solo sea la financiación para unas deudas, sino el aporte real de un capital de trabajo, que permitan rehacer su funcionamiento, y con él la incorporación de los empleados para apalancar los procesos. Muchos países ya lo han hecho.
La función primordial del Estado es la de apoyar a los más débiles, y este caso que analizamos sería un ejemplo, no solo de justicia social, sino que sería también la oportunidad, para que muchas familias puedan retomar su camino de la formalización laboral, de tal manera que la tensión social que vive el país se pueda ver atenuada por la recuperación de estas alternativas de ocupación.
Es probable que la producción esté creciendo por la optimización de las actuales plantas, lo que no ha dado margen para que la tasa de empleo retorne a sus niveles tradicionales, y de esta manera es esencial que se mire el fondo de la situación, pues la cuestión es de emergencia: la gente desocupada está atormentada y la incertidumbre sobre su expectativa de subsistencia, los lleva a toda clase de desenlaces que producen un enorme impacto social. Los índices de inseguridad, crecidos por estos días, pueden tener aquí una explicación.
Pueden existir muchas otras alternativas, pero ésta que comentamos, es sin duda un ejemplo real para actuar de manera inmediata.