No porque los sindicatos del Poder Judicial se lo estén pidiendo y en el Congreso de la República se le cuestione, el doctor Néstor Humberto Martínez debería presentar renuncia como fiscal general de la Nación. Es ya cuestión de dignidad. Sus enlaces con la corrupta y corruptora firma constructora brasileña Odebrecht hacen deleznable su apego al cargo.
Sería el primer caso de renuncia por decoro en este siglo XXI y se agregaría a los ejemplos que dieron los expresidentes Rafael Reyes y Marco Fidel Suárez y el exprocurador general Mario Aramburo Restrepo en el siglo pasado.
1. Caso del general Rafael Reyes. Estaba tan alterado el orden público después del atentado que sufrió el presidente y del fusilamiento de quien pretendió asesinarlo que, dicen los cronistas, “para evitar una guerra entre seguidores y opositores entregó secretamente la presidencia al general Jorge Holguín Mallarino el 9 de junio de 1909”. Viajó a Santa Marta y allí se embarcó como cualquier pasajero en el buque Manistí con destino a Europa. Su dimisión la hizo oficial el 27 de julio de 1909.
2. Ejemplo de don Marco Fidel Suárez. La pobreza del presidente era extrema, como lo fue desde su nacimiento. En algún momento tuvo que vender sus sueldos de un semestre al Banco Mercantil Americano de Colombia. Al parecer hubo funcionarios del banco que filtraron la noticia y permitieron que el documento de la transacción se exhibiera en una vitrina de Nueva York. El doctor Laureano Gómez, copartidario pero antagonista del mandatario, lo acusó por indignidad ante la cámara de representantes. Luego, otros factores como las secuelas de la Primera Guerra Mundial, que le atribuyeron injustamente a Suárez, y las ambiciones de poder de algunos políticos, lo indujeron a apartarse del mando. El 4 de noviembre de 1921 solicitó que asumiera el primer designado Jorge Holguín, y él pidió una licencia para poderse retirar desde el 10 del mismo mes.
3. Caso del doctor Mario Aramburo Restrepo. Este era antioqueño y conservador, como don Marco Fidel, quien ejercía el oficio de procurador general de la Nación coincidiendo con el período presidencial de Carlos Lleras Restrepo. Resultó que el aspirante de la oposición a la presidencia, el general Gustavo Rojas Pinilla, por la Alianza Nacional Popular, Anapo, virtualmente le estaba sacando ventaja al candidato oficialista Misael Pastrana, por lo que al doctor Lleras le pareció conveniente echarle una mano y fue así que en una manifestación en el barrio Kennedy de Bogotá el fogoso estadista elogió al conservador y criticó irónicamente al otro que usaba como argumento el alza del costo de la yuca.
El 30 de marzo de 1970 el procurador le envió una carta al primer mandatario reprochándole su intervención netamente política, lo que transgredía los límites, deberes e imparcialidad que obligaban al jefe de Estado. Y concluyó el doctor Aramburo que, en consecuencia, presentaba renuncia de su elevada investidura.
La respuesta del presidente Lleras ha sido considerada noble y paradigmática pues reconoció su falta y exaltó la conducta del procurador. Por supuesto, no le aceptó la renuncia. El país conoció así la grandeza de dos verdaderos patriotas.
Si el doctor Martínez Neira obra con sensatez, quedaría de modelo en estos momentos en que las sospechas de corrupción suben como las aguas hasta las más altas esferas.
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