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El lenguaje inclusivo
El llamado “lenguaje inclusivo”, que muchos lo ven como igualitario, es en realidad producto de un feminismo radical.
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Miércoles, 31 de Marzo de 2021

La Corte Constitucional, en sentencia del 21 de agosto de 2020, le dijo ¡basta! al fastidioso empleo del masculino y el femenino para todo, mediante esta aclaración previa: “En la presente providencia el uso de los sustantivos masculinos genéricos se entiende que incluye en su referencia, en condiciones de plena igualdad y equidad, a hombres y mujeres sin distinción de sexo. Por esta razón, siguiendo las recomendaciones de la Real Academia Española (RAE) en materia de uso del lenguaje inclusivo (45), en el texto de esta sentencia se prescindirá de la doble mención del género por considerarse innecesaria”. (45. RAE, Libro de estilo de la justicia, pág. 49). 

¡Qué alivio! ¡Al fin una alta autoridad de Colombia tuvo la entereza de desterrar un abuso tal que, en individuos de reconocida ignorancia como el dictador de Venezuela Nicolás Maduro, ha adquirido formas ridículas. Dígase si no es ridículo y mueve a risa cuando Maduro habla de delfines y delfinas, millones y millonas, atentos y atentas, alertos y alertas, libros y libras, liceos y liceas. Tantas burradas dan para que le atribuyan expresiones que bien pudieran ser suyas como “me dirijo a todos y a todas, a los jóvenes y a las jóvenas, a los adultos y a las adúlteras, a los Pedros y a las Pedras, a las Anas y a los Anos”. 

El llamado “lenguaje inclusivo”, que muchos lo ven como igualitario, es en realidad producto de un feminismo radical. El lenguaje inclusivo tomó auge desde 1970. Las feministas rechazan virtualmente la voz sexo.

Para muestra de la penetración de esa corriente en el gobierno colombiano está la redacción de la Ley 1098 de 2006, de este tenor: “Ley 1098 de 2006 (noviembre 8) por la cual se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia, el cual tiene por objeto establecer normas sustantivas y procesales para la protección integral de los niños, las niñas y los adolescentes, etc.”. De vainas no le agregaron, al estilo Maduro, “y las adolescentas”. 

Definitivamente, a los inclusivistas no les entran ciertas partes de la gramática. Por ejemplo, las palabras epicenas. Un epiceno se define como aquel sustantivo “que designa por igual a individuos de ambos sexos, e independientemente del género gramatical del sustantivo”. Ejemplos: el milano, la perdiz, el águila, el lince. 

Aquí, unas rápidas ideas y reglas al respecto, tomadas del Diccionario panhispánico de dudas de la RAE: 

El masculino es el GÉNERO NO MARCADO en español. Esto quiere decir que para designar a toda una especie que comprende individuos de ambos sexos se utiliza el género masculino, ya sea en singular o en plural, como en los siguientes casos: a) Con el inicio del gateo, los niños comienzan sus primeras excursiones en la casa; b) el perro es el mejor amigo del hombre. 

Es de señalar que el uso de los desdoblamientos del tipo “a todos los niños y las niñas”, “algunos de los maestros y las maestras”, resultan innecesarios.
¡Chao! (¿También le inventarán femenino a chao?)


orlandoclavijotorrado@yahoo.es
 

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