El estado ideal del hombre es sin duda el de la libertad. Los teóricos han expresado muchas doctrinas que llevan a defender ese principio como inalienable, para que se permita al individuo desarrollarse dentro de sus propias convicciones y creencias.
Pero más allá de una razón conceptual, el argumento de libertad tiene que estar conjugado con otros principios, como el interés general, en donde sale a flote en estos días el elemento de la salud pública, debido a que muchos ciudadanos en el mundo consideran por distintas razones, desde elemento religioso, hasta el político, pasando también por aquel que simplemente indica que -yo pienso distinto- y eso basta para no acatar una norma o una recomendación.
Nos encontramos entonces en un escenario de grandes dificultades con la presencia de la pandemia de Covid-19 que ya registra 246 millones de infectados en el mundo, de los cuales cinco millones han estado en Colombia. Y a su vez se registran más de cinco millones de muertes, en donde la mayoría han estado en América, con 2,3 millones de fallecidos, de los cuales nuestro país ha aportado 128.000.
Un panorama como este, sin duda hace replantear el tema de la libertad. Los mismos organismos internacionales no han podido ponerse de acuerdo en si sería conveniente establecer parámetros de obligatoriedad de la vacuna, pues temen vulnerar ese derecho.
Lo cierto es que cinco millones de muertos deben decir algo, y debe obligar a imponer parámetros de conducta en defensa del interés general. Si no es posible obtener un esquema de vacunación completa para la inmensa mayoría de la población, el virus seguirá latente haciendo de las suyas y cobrando vidas, sin olvidar la situación de muchos recuperados, que han quedado con patologías lamentables derivadas de haber padecido la enfermedad, y sin perder de vista que la presencia del mismo, va tomando nuevas modalidades, llamadas variantes, contra las cuales seguramente ya no protegen las vacunas aplicadas.
Colombia llega ya al 45% de vacunados, en esquema completo, mientras que existen países que, teniendo las vacunas disponibles, sus habitantes consideran por voluntad propia que no son necesarias y ya se ve a naciones como Alemania y Rusia, exclamando lamentos desesperados, porque la pandemia se repotencia, ante la indiferencia de las gentes. Se han visto casos extremos como los de Rumania y Bulgaria, en donde la indiferencia ha hecho que los esquemas de vacunación apenas llegan al 30 y 22%. En cambio, España, se encuentra en un lugar de privilegio, pues ya ha conseguido que el 80% de la población esté con esquema completo.
Los indiferentes e indolentes ciudadanos, no pueden ser los que se impongan y coloquen en serio peligro al resto de los habitantes del planeta. La salud pública tiene que ser un derecho prevalente y definitivamente evidente.