La historia de los seguros para conducir vehículos, que ampare las lesiones ocurridas en accidentes de tránsito, data desde 1988. Posteriormente, por medio de la Ley 45 de1990 se introdujeron normas de intermediación financiera y regulación de la actividad aseguradora.
Con base en lo anterior, el gobierno expidió el Decreto 1032 de 1991, por medio del cual se regula integralmente el Seguro Obligatorio de Daños Corporales Causados a las Personas en Accidentes de Tránsito.
Teniendo esas bases legales y el aumento tanto de vehículos como de siniestros, nace la Ley 769 de 2002, denominado el Código de Tránsito y en el artículo 49, da vida jurídica al Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), aunque para muchos y aún para mí, es un misterio de dónde se obtienen las cifras para determinar su valor e incremento anual.
El costo del SOAT está compuesto por una “prima básica”, la “contribución del usuario” y aporte al Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT). El primero, es calculado por la Federación de Aseguradores Colombianos FASECOLDA, quien proyecta para el año siguiente del año de cálculo, las primas que se deberían tener en cuenta en el SOAT, con base en la siniestralidad y frecuencia histórica del ramo.
El porcentaje correspondiente al valor de la “contribución del usuario” se estableció con base en la Ley 100 de 1993 y equivale al cincuenta por ciento de la prima y el valor que cobran por el RUNT, lo estandarizan en un valor inferior a dos mil pesos, aunque a decir verdad, teniendo en cuenta todos los vehículos asegurados, estaríamos frente a una suma importante.
Tomando como ejemplo el vehículo familiar más sencillo, cuyo modelo esté comprendido entre los años 2012-2021 pagará de prima $218.000, contribución $109.000 y RUNT, $1.800, para un total de $328.800 para el año 2021. Es decir que según FASECOLDA, hubo muchos siniestros en el año 2020 y lo extraño es que estuvimos en la etapa crítica de la pandemia, cuando el pánico y las medidas de Emergencia Sanitaria del gobierno, obligaron a encerrarnos por varios meses.
Es decir, que pareciera que la vida siguió igual y la bolsa compuesta por los rubros anteriores, creció desmedidamente en dirección contraria a los siniestros, por lo anteriormente expuesto y de ahí, que fue muy eventual el ruido que produjeron las sirenas de las ambulancias, anunciando la “pesca” de personas víctimas de un accidente de tránsito.
Es imposible que si en el año 2020 se pagó por el mismo SOAT, $320.750, el valor del seguro, debió bajar significativamente, pero no fue así y nunca será así, porque ese jugoso negocio requiere que la accidentalidad aumente para justificar tímidas inversiones en planes de seguridad vial y engorde de las cuentas corrientes de muchas IPS, que atienden con mucho esmero las víctimas de la accidentalidad.
Si de pagar menos valor del SOAT se trata, de nada vale la pena conducir prudentemente, porque los reyes de la indisciplina en materia de movilidad (los conductores de motocicleta) seguirán marcando la pauta de siniestralidad y por tal motivo, el precio del SOAT seguirá subiendo sin clemencia alguna, bajo el silencio absoluto de la Superintendencia Financiera, puesto que es un tremendo negociazo.