La historia de la minería en Colombia se ha desarrollado en contravía del Interés General. Los recursos naturales, trátese de petróleo, carbón, gas, níquel u oro, se han dilapidado en medio de concesiones onerosas, y de regalías cuyos porcentajes son bajos o cuyos cálculos se burlan por las multinacionales.
No olvidemos que perdimos El Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo; que Cerromatoso fue primero empresa nacional; que Pacific Rubiales hizo y deshizo; y, que ni siquiera hemos controlado esas esmeraldas que se reconocen como las más bellas del mundo.
Los altos precios del oro han convertido a Colombia en destino propicio para diversas multinacionales.
El precio de la onza en los mercados pasó de 300 a 1.562 dólares en la última década.
El páramo de Santurbán, que abarca 142 mil hectáreas entre los dos Sandanderes, y nutre de agua a Bucaramanga y algunos pueblos, ha sido perseguido. Ocupó la atención de los medios en 2011 como consecuencia del proyecto Angostura que pretendía la multinacional canadiense Greystar, con base en licencia ambiental otorgada durante el gobierno Uribe, no obstante prohibir el Código Minero esta actividad en los páramos.
El gobierno Santos tampoco fue contundente para detenerlo, a pesar de las protestas que lideraron los ambientalistas y otros sectores.
La Greystar pretendía remover 1.075 millones de toneladas de roca, para lo cual hubiera empleado 7.000 toneladas del explosivo anfo y 1.200 toneladas de cianuro sódico mensualmente.
Desde luego, con tanta deforestación y veneno, se hubieran acabado rápidamente el agua y la biodiversidad.
Tengamos presente que la discusión sobre la explotación del oro en este páramo no giró en torno a la falta de dignidad nacional frente al manejo de los recursos naturales, en tanto terminamos generalmente entregándolos a las transnacionales por unas pocas regalías, tal como ocurrió con El Cerrejón y Cerromatoso.
En el proyecto de la Greystar dicha discusión increíblemente no se dio, como si estuviéramos acostumbrados a regalar los recursos, resultando entonces muy afortunada la intervención de los ambientalistas, quienes mostraron el daño y motivaron a la ciudadanía.
La firmeza de los santandereanos en defensa de Santurbán hizo que la Greystar abandonara el proyecto en 2011.
A Al Mubarak, presidente del Manchester City, no le importó el fracaso de la multinacional y se interesó por el oro del páramo, por lo que compró los títulos mineros en California, Vetas y otros municipios en 2015. Luego vendrían las visitas recíprocas de J.M. Santos y el príncipe de Abu Dhabi, cuyas conclusiones iniciales fueron una ‘generosa’ donación de 45 millones de dólares para el postconflicto, y las eventuales inversiones de los emiratos en infraestructura, agricultura y minería. A medida que el telón caía, los colombianos descubríamos el interés por el oro de Santurbán.
MINESA, compañía que lo explotaría, pretende sacar 9 millones de onzas. Hoy la onza de oro vale $1,562 dólares, lo que indica que la multinacional sacaría más de 12 billones de dólares en los próximos 23 años. Se habla de un método diferente, excavando túneles de 22 metros de diámetro hasta el centro de la montaña, para sacar la roca con oro y cobre, y luego rellenarlos con tierra y cemento. Las rocas trituradas se llevarían al exterior para separar los minerales. Este método, que se maquilla porque no utilizaría mercurio ni cianuro, es igualmente un crimen ecológico ya que la montaña es un todo indivisible y el agua igualmente se acabaría. Además, permitiría a los árabes eludir gran parte de las regalías por cuanto sería imposible tasarlas.
La crisis fiscal de la nación no puede llevarnos a entregar semejante riqueza hídrica, rodeada de maravillosa fauna y flora. Esto es tanto como el drogadicto que para alcanzar algún dinero y satisfacerse, vende uno tras otro los enseres de la casa. Con este método, consuetudinario frente a nuestros recursos naturales, y las llamadas ‘reformas tributarias’, no se solucionan los problemas estructurales de las finanzas estatales. Resulta increíble que a pesar de la fuerte normativa constitucional, la alta dirigencia del país proteja a los interesados en el oro de Santurbán.
Otro será el momento para resaltar los puntos estrictamente ambientales. Por ahora, como nortesantandereanos, unámonos en defensa de este Páramo, que tiene en nuestro departamento el 72% de su área. La postura del gobernador, Silvano Serrano, como cabeza institucional, ha sido acertada. Ojalá la ciudadanía, representada en comerciantes, agricultores, estudiantes, sindicatos, etc., sea capaz de adoptar una posición semejante a la de los santandereanos del sur.