La frontera sigue caliente porque los problemas no tienen una solución definitiva y las reuniones al más alto nivel siguen en procura de acuerdos que pongan fin a la situación que está prolongando la angustia de quienes habitan los albergues improvisados de los cuales se dispusieron para acoger a los compatriotas que por diversas razones han regresado de Venezuela.   

Mientras aquí nos ocupamos reiteradamente del tema, porque nos compromete y nos afecta, al tiempo que nos sirve como lección para intentar salir adelante con innovación y no exclusivamente gimiendo y pidiéndole  ayudas al gobierno nacional.

Es la hora de salir adelante por nuestra propia cuenta, inventando, siendo creativos y forjando una nueva forma de vida independiente de los vaivenes a los cuales hemos estado sometidos desde hace varias décadas, dependiendo casi que exclusivamente para subsistir de lo poco o mucho que podamos vender a los venezolanos.

La fluctuación en la cotización de la moneda es la que ha marcado la pauta en los negocios que se mueven a ambos lados del rio Táchira.

En épocas pretéritas el Bolívar dominaba ese intercambio, ahora por virtud de un gobierno poco eficiente, la moneda lanzada al aire dio la vuelta y cayó en sello, la cara de Bolívar quedó para el recuerdo.

Mientras todo esto sucedía fue atizado y creció el monstruo del contrabando, que ha ido cambiando los productos que pasan de un lado a otro y se comercializan de manera ilícita, de acuerdo con las transformaciones que se  dan en esta la llamada frontera más viva de América que, tal vez así sea por la cantidad de avivatos que por aquí pululan.

Es imperativo que pronto se definan los acuerdos entre los dos gobiernos para una sana convivencia en esta zona y se van a requerir medidas de fuerza y habrá que aplicarlas pero ceñidos a la ley y el respeto por los derechos de las personas, lejos de los atropellos y afrentas respaldadas por actitudes déspotas y arrogantes.

Esas medidas por el contrario deben garantizar la vida y la salvaguarda de los bienes de los habitantes de la región, tanto en Colombia como en Venezuela.
 
Entre tanto que se estarán preguntando y qué estarán planeando los candidatos a la gobernación, alcaldías, concejos y asamblea próximos a ser elegidos.

Porque los más audaces serán quienes se van a quedar con el favor popular, por sus inteligentes propuestas y no por la inversión de capitales que hayan hecho durante la campaña.

No es quien más vallas ponga en las calles o más capitanes de barrio tenga buscando votos el que debe ganar, sino aquel que proponga planes factibles y reales para mejorar la situación de la ciudad, el departamento y la gente, son ellos los que deben quedarse con el respaldo popular y ganarán la carrera por los cargos públicos en disputa.

El reto para los futuros gobernantes regionales es ese, sacar de la crisis actual a la ciudad y el departamento. ¿Quién se le mide?