En reciente foros convocados para examinar las preocupaciones de los jóvenes dentro del actual escenario nacional, en el cual han participado miembros de la academia, dirigentes empresariales y representantes de las universidades , los jóvenes estudiantes plantearon diversas preocupaciones, entre las cuales se encuentra la incertidumbre por la eficiencia de la educación básica, la falta de garantías para poder continuar un plan de estudios y las barreras para poder trabajar y proyectar de esta manera su futuro.
Recientes mediciones del escenario educativo nos demuestran que la situación es preocupante y que requiere del diseño de alternativas urgentes.
En primer lugar, nos encontramos con que, de cada 100 estudiantes que concluye su bachillerato, sólo 39 pueden continuar estudiando, bien sea a través de una carrera profesional, intermedia o técnica; en este punto, la curva ha decaído dramáticamente, pues la cifra hace un par de años se acercaba al 50%.
Por otro lado, según el Laboratorio de Economía y Educación de la universidad Javeriana, existen en la actualidad dos millones de jóvenes que ni estudian, ni trabajan; están en sus casas sin hacer nada, o en las calles dedicados al ocio. También nos cuenta esa medición, que la tasa de desempleo entre los jóvenes (17 a 21 años) es del 23.3%; y a su vez nos dice que existen 5,7 millones de inactivos, es decir, que no están buscando empleo, pero que tampoco están trabajando.
Por otro lado, la Misión de Educadores y Sabiduría Ciudadana, ha hecho un llamado para que la educación se tecnifique, de manera que esté en capacidad de ofrecer alternativas de ocupación para esa enorme cifra de jóvenes que no encuentran una salida para el desarrollo de sus vidas productivas.
Nos lleva a pensar que definitivamente los actuales planes de estudio hay que actualizarlos y ponerlos a tono con lo que están haciendo ya hace mucho tiempo otros países en el mundo, en donde los jóvenes están en capacidad de adquirir conocimiento y destrezas que les permiten abrirse camino, una vez concluyen sus ciclos de formación.
Un bachiller en Colombia, después de estar estudiando once años, debe saber desempeñar un arte o un oficio, en donde paralelamente a la formación básica, haya tenido la oportunidad de capacitarse y de iniciarse en una actividad concreta que le permita defenderse en la vida, y que muy seguramente le abrirá espacios para complementar la educación con base en lo que ha aprendido a hacer.
Colombia tiene una amplia red de colegios, y en ese sentido se han cumplido metas ambiciosas, pero la producción de simples bachilleres, de acuerdo a los esquemas actuales, no es suficiente, y es necesario abrir un espacio para esa fundamental reforma.