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Enigma sabio
El sendero se recorre más fácilmente con la humildad de saberse escaso.
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Domingo, 29 de Julio de 2018

La vida no se vive a sí misma: sólo con las ilusiones cosechándose en el corazón y el pensamiento sembrado de serenidad, uno debe asumir la concepción del tiempo íntimo. Entre esas dos fases del camino a la sabiduría, existe un asomo de presente que va regulando las emociones; se llama vida mortal y es una especie de lastre, temporal, de la universalidad del ser.

El sendero se recorre más fácilmente con la humildad de saberse escaso, alguien con la oportunidad de ser más que una forma exterior de la naturaleza, una carcasa, o el eco de lo absurdo, un ente circunstancial en la suprema dimensión de la existencia, que es la eternidad.

Pero, indudablemente, es una senda ardua, frágil, inconsistente, propuesta por el destino para superar los intervalos de vanidad y superficialidad, para acrecentar los retos personales de hallar los maravillosos valores contenidos en la dimensión humana.

La misión es ir depurando el campo de energía que dé acceso a las cosas del infinito, para las cuales es indispensable crear un espacio y un tiempo especiales, despojados de los límites comunes y corrientes, llegar a donde hay un misterioso vacío, con los secretos sublimes de la perfección, con la bondad de las formas místicas e inmortales, plenas de silencio, con las que uno se llena de esperanza en el transcurso hacia la plenitud.  

El silencio sabio comenzará a hacerse sonido perceptible en el alma, a bullir en la nada para hacerla creativa y optar por la matriz que engendra una subsistencia digna; en ella el espacio no son sólo cosas, ni el tiempo es únicamente minutos: la vida surge nueva, es el natalicio fúlgido del sol que irradia sueños.

 

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