El país aún no se ha repuesto de la insólita conducta del presidente en el desfile militar del 20 de julio en Bogotá, que no tiene precedentes desde que se iniciaron estos actos patrióticos en 1910 con motivo de la celebración del primer centenario de la Independencia.
Hemos llegado a un punto en que todos esperan el escándalo del día, la palabra pugnaz, la amenaza, la ‘estrategia Pilatos’ de lavarse las manos ante las acciones de sus más cercanos colaboradores, o las tácticas para la continuación del régimen, del que de todas maneras Petro sería el mentor.
Al mismo tiempo, se conoció la renuncia cantada del presidente Biden a la candidatura, generada no sólo por la incertidumbre sobre su capacidad para desempeñar la presidencia por cuatro años más, sino por la angustia de los demócratas de que Trump sea nuevamente presidente. Pero existe también un afán de los norteamericanos de cambiar el rumbo del país, afectado por la forma de hacer política, por la economía, la inseguridad y la inmigración.
Kamala Harris ha sido la vicepresidenta de Biden y, por tanto, parte fundamental de su administración, y en esa condición nunca logró completa aceptación en el país. Sin embargo, sorpresivamente, en cuestión de horas ha asegurado su nominación en la próxima convención en Chicago. Tendrá que emplearse a fondo para vencer a Trump, ahora fortalecido y que no vacilará en acudir a todo tipo de ofensas contra su rival.
Como si fuera poco, el domingo se estarán celebrando las elecciones en Venezuela. No obstante que las encuestas dan una amplia ventaja al candidato opositor, Edmundo González, falta saber si en verdad gana las elecciones y, sobre todo, si Maduro y sus conmilitones aceptarían una eventual victoria de la oposición.
Las expresiones de Maduro de hacer respetar con un baño de sangre y una guerra civil su supuesta victoria, asegurando la continuidad del régimen, se han dado en alguna forma en Colombia cuando se hacen amenazas parecidas en el caso de la no aprobación de reformas presentadas por el gobierno, a pesar del dinero utilizado para sobornar parlamentarios.
Entre tanto, aquí continúan las masacres, los secuestros y los ataques “de las disidencias” y “de las disidencias de las disidencias” y del Eln. Todos con los correspondientes “plan candado” y la “recompensa por la suma de hasta…” de autoridades. Incluso algunos autores se movilizan por todo el país en lujosos vehículos con guardaespaldas amigos, aprovechando la inmunidad y los mismos privilegios de nuestro flamante embajador en la FAO, el más entrañable amigo del gobierno.
Pero no hay problema, estamos extasiados con la llegada de Radamel Falcao, que en su regreso emuló con el de su tocayo Radamés, jefe militar del faraón de Egipto en la ópera Aída y el aria RitornaVincitor. También nos preocupa el futuro de James Rodríguez y el hecho de que las boletas para conciertos de rock, cuyo valor fluctúa entre 170.000 y 7 millones de pesos, se agoten en pocas horas.
Sin embargo, no sería extraño que nos pudiéramos encontrar, dentro de un triángulo muy interesante constituido por Trump, en Washington, Maduro, en Caracas, y Petro, en Bogotá. Cada uno con lenguajes y actitudes similares.
Pero no importa, todos tranquilos… Menos mal que en Colombia tenemos con qué distraernos. ¿Qué tal que fuéramos como Suiza, Costa Rica o Uruguay?
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