La crisis desencadenada por la deportación de colombianos desde Venezuela, con los ultrajes que conoce todo el mundo y que los dirigentes del país de al lado no pueden ver, porque no quieren y las medidas de fuerza adoptadas, debieron haber terminado con el contrabando de gasolina y productos alimenticios, como quiera que los puentes internacionales Simón Bolívar y General Santander continúan cerrados.
Sin embargo, los pimpineros siguen vendiendo gasolina, al doble del precio que tenía antes de la pataleta del señor Maduro y los expendios de alimentos que venden productos “hechos en revolución”, no han agotado sus existencias porque les han llegado nuevas remesas. Así que no es mucho lo que han cambiado las cosas en este aspecto
Entonces, la conclusión fácil es que las medidas tomadas por Maduro y ejecutadas por sus fuerzas armadas, son ineficaces para detener el flujo ilegal de estos productos en la zona de frontera. De igual manera, los “ paracos” detenidos por las autoridades del gobierno vecino no eran quienes estaban dedicados a esta labor.
Mientras tanto el problema social que se deriva del desplazamiento de los compatriotas que buscaron acomodo en los albergues dispuestos en Villa del Rosario y Cúcuta, está todavía lejos de obtener una solución pronta, justa y acorde con las necesidades primordiales que tienen esas familias protagonistas de la película: “deportado, ese soy yo” Los sitios de vivienda transitoria son incómodos y los niños son los que llevan la peor parte. El traslado a sus ciudades de origen ocurre lentamente, muchos de estos desplazados continúan pernoctando en las carpas improvisados y allí no hay cucuteños porque de ser así sus familiares ya se hubieran ocupado de ellos. Los anuncios del gobierno sobre planes de vivienda definitiva, empleo y subsidios, están llegando al paso de la gestión oficial.
La diplomacia hasta ahora no ha surtido el efecto buscado, más bien la canciller y nuestro embajador en la OEA encajaron una derrota que todavía tiene resonancia en el área. El secretario general de esta organización internacional ya visitó y se enteró de primera mano sobre la situación que no quisieron debatir los cancilleres en una sesión plenaria.
Nos queda por ahora esperar el anunciado encuentro cara a cara entre los presidentes Santos y Maduro, en el sitio y la fecha por definir para resolver este asunto que ha dado para hablar y debatir, el cual provocó tanto sufrimiento entre las familias colombianas que fueron deportadas o regresaron voluntariamente por temor a las represalias si continuaban habitando Venezuela.