Los hechos recientes nos han devuelto a situaciones y momentos que honestamente estábamos convencidos que pertenecían a la historia, la historia mala de nuestro país.
Las retenciones arbitrarias del exalcalde de Salazar Jesús Emilio Ayala y la niña Daniela Mora, traen la desagradable noticia que en nuestro departamento y en Cúcuta, reapareció el secuestro de personas.
Ocurre esto cuando también estábamos convencidos que finalmente saldría del aire el programa radial Las Voces del secuestro y que sus realizadores se dedicarían a poner música, hablar de cosas agradables y a contarnos que ya no habían secuestrados.
El repudio y la condena son generalizados, nadie está de acuerdo con esta práctica delictiva, bajo ningún pretexto.
Hemos conocido muchos relatos de quienes pudieron volver con vida de esa oprobiosa experiencia, por ellos se sabe de los malos tratos recibidos y las secuelas graves, no solo para quienes padecieron el secuestro, sino para la familia y toda la sociedad, por el sufrimiento, la ansiedad, la angustia y toda la situación de estrés que viven la victimas de ese delito.
Volvimos a las súplicas, a las oraciones, a las acciones que reclaman el pronto regreso de los secuestrados.
Se perdió la tranquilidad y la zozobra han vuelto para estar en el orden del día, acompañada de la incertidumbre que provoca no saber qué está pasando con una indefensa niña, ajena a todo conflicto que en su inocencia no debe alcanzar a comprender lo que le está ocurriendo.
Los estudiantes del colegio Santo Ángel de la Guarda, donde estudia Daniela ya hicieron su manifestación espontánea reclamando la liberación de su compañerita.
Sus llantos y palabras conmueven y revelan los sentimientos de la gente buena.
Estamos a la espera de las noticias favorables que nos deben dar las autoridades en torno a la situación de Daniela y Jesús Emilio, ojala sea pronto cuando lleguen las buenas nuevas.
De aquí en adelante deben elaborarse nuevos planes de seguridad que garanticen el bienestar de todos los ciudadanos, para que no se repitan estos hechos que vulneran los derechos de las personas y alteran el buen funcionamiento de una región que está esperanzada en alcanzar la paz porque ha sufrido en carne propia y de que manera, la guerra que se nos asegura desde el alto gobierno que está a punto de terminar.
Desde aquí nos unimos a las voces de ruego que hoy hacen las familias, los amigos y compañeros por la libertad, sanos y salvos de quienes han sido retenidos de manera injusta.