Mañana viernes, la escritora María Eudoxia Becerra hará la presentación de su nuevo libro, La huella de Dios en ti y en mí, un libro de fe, porque Eudoxia es una mujer creyente, que predica con su apostolado, pero, sobre todo, es un libro conmovedor, que recoge anécdotas suyas, vivencias de las que da testimonio y que no tienen explicación aparente.
Agradable, bien escrito, con una excelente presentación y buen manejo del idioma, este libro nos lleva a pensar en los misterios de la vida, en la mano invisible de alguien que nos va señalando el camino sin que nosotros nos demos cuenta, o casos en los que hablamos de “coincidencias”, sabiendo que no existen las coincidencias, sino que es la presencia de Dios que nos lleva de la mano, y a veces ni siquiera sentimos su apretón.
He sido lector asiduo de los libros de María Eudoxia, desde cuando apareció un encantador tratado sobre los ángeles,que son nuestros aliados en las tareas de la vida y nuestros amigos que están ahí, al lado, para ayudarnos. Luego María nos introdujo en los secretos de la prosperidad para hacerla florecer en nuestro jardín. Aún no nos reponíamos del gustazo de ese texto cuando nos pega otro sacudón espiritual con un nuevo libro: Un regalo para ti, y más tarde con el Vuelo secreto de tu alma diamantina. Todo un compendio de enseñanzas, consejos y guías para el cuerpo y el espíritu. Y he aquí que ahora nos ofrece su visión muy personal, casi que autobiográfica, de diversos aconteceres por los que ha transcurrido su andar.
Con la alegría y el desenfado que la caracterizan, María nos cuenta situaciones fantasmagóricas pero reales que ha vivido con su difunto esposo Gabino Hernández Mejía, a quien ella cariñosamente sigue llamando “mi maestro”. En efecto, Gabino (q.e.p.d.) se le aparece, la visita, le habla, la protege. Y para que no nos quepa la menor duda de la verdad de lo que está diciendo, pone de testigos a su hijo y a sus empleadas y a algunos amigos, que han visto o sentido la presencia de algo sobrenatural alrededor de María Eudoxia.
No todos tenemos la facultad de comunicarnos con seres del más allá como lo hace María Eudoxia, quien confiesa que no les teme a los muertos sino a los vivos, y quien ve en tales expresiones, la presencia constante y amorosa de Dios, que le envía sus mensajes de vida y de protección, a través de seres que le han sido queridos en su vida.
María nos cuenta en su libro infinidad de anécdotas, sobre ciertos fantasmas o apariciones: ruidos, voces, imágenes, cosas que suceden en cualquier parte de la casa o del camino. Lo asombroso, para los incrédulos, es que no sólo ella ve o siente o escucha las visiones paranormales. Quienes están con ella, familiares, amigos, allegados, son testigos de lo que sucede.
Sin embargo, lo meritorio del libro no es el relato en sí de tales hechos, sino las enseñanzas que la autora saca de cada situación. Siempre dice con alegría, optimismo y sin miedo: “Aprendí que…” y da en cada caso la respectiva enseñanza, lo que convierte a María en una sicóloga con propiedades para analizar y enseñar. Porque María Eudoxia tiene su objetivo muy claro en el libro: Dar siempre una enseñanza a los demás mortales, los que andamos por el mundo y nos asustamos ante cualquier sombra o ruido extraños.
Valioso libro que nos transporta a otros mundos sin abandonar el nuestro. ¡María Eudoxia más que escritora es una maestra!