Cada vez que hay elecciones, la lucha para ganar se hace cada vez más grotesca, como sucede en esta campaña en la que ha habido muchos insultos, calumnias, señalamientos y todo tipo de acusaciones. 

Quizás de todos los pronunciamientos que se han escuchado el que me ha parecido más afrentoso para el país, fueron las declaraciones de “Alias Romaña” pidiéndole a la Fiscalía que actuara y le diera garantías. 

Ese es el mayor acto de civismo que se ha visto en esta campaña, que el que iniciara las denigrantes -pescas milagrosas-, ahora le pide al Estado garantías. 

Otra frase que parece hasta cándida es la de Timochenko, señalando esta semana que no tenían dinero para hacer campaña. 

En otra muestra de los excesos patológicos de la guerrilla, el Eln pone una bomba en una población de Norte de Santander, mata cuatro soldados y hiere a cinco, y al otro día pide que se restablezcan los diálogos de Quito. 

La frase en esta campaña de mayor desprecio la pronunció Santrich cuando en algún momento un periodista le preguntó si ellos estaban dispuestos a pagar por los crímenes que han cometido, y de manera burlona le cantó la canción “quizás, quizás, quizás”. 

En las campañas siempre se dicen muchas mentiras, falsas promesas como la de bajar impuestos y la creación de un millón de empleos. 

Son tantas las mentiras que se dicen en una campaña que para el elector es difícil saber quien puede estar diciendo la verdad.

Nosotros aquí también hemos sido objeto de falsas promesas, como sucediera hace muchos años con Virgilio Barco que prometió poner en funcionamiento la vía de la Central del Norte. 

En esta campaña hubo candidatos que alcanzaron a protestar por los excesos de Ramiro en el manejo de los asuntos públicos de la ciudad. 

Sin duda que en Colombia en temas de frases y slogans la de Julio César Turbay fue de tal agudeza que se registrará por mucho tiempo en nuestra vida pública: “La corrupción hay que ajustarla a sus justas proporciones”, u otra de hace unos años del profesor Jaime Castro cuando llegó a decir que Colombia era antes un país mucho mejor, cuando los que robaban eran únicamente los rateros.

En este escenario una vez más dentro de ocho días elegiremos un congreso cuya votación va hacer casi que una primera vuelta presidencial. 

De todos modos, hay que hacer un buen ejercicio democrático para el país.