Esta es una de esas columnas que no se quisieran escribir por la imagen que queda en el país, una vez más, de la región, de un Norte de Santander “pisoteado”, vilipendiado, bajo sospecha en todo el país por cuenta de dos de nuestros representantes comprometidos en una argucia legislativa.
Aún más, si se mira con algo de minucia los tiempos y las circunstancias de lo sucedido, me queda un poco la impresión de que Jairo Cristo pudo ser utilizado, pues en algún momento, ya cuando comenzaba el partido de la selección Colombia, de manera calculada alcanzó a haber 2 conciliadores en la Cámara, lo que ayudaba a generar ese ambiente de confusión y de fútbol propicio para hacerle trampa al país.
La gente en el país está indignada, se siente engañada, aunque aquí en Colombia padecemos de un síndrome muy particular, llamado algo así como “De indignados por horas”, pues hablamos, vociferamos, criticamos, pero en octubre mayoritariamente vuelven a ganar las mayorías impuestas por los corruptos que en ocasiones vienen desde las cárceles.
¿Acaso puede ser tan difícil la comunicación entre el presidente de la Cámara y el Senado en donde, dada la premura de los tiempos, tan solo era suficiente un wasap para que se conociera el nombre de los conciliadores?
De otro lado, ¿si lo que se estuviere aprobando en ese momento hubiere sido esa iniciativa en la que los parlamentarios pudieren llegar a tener el 20% de iniciativa en gastos regionales, se habría caído la conciliación?
Y así sucedió todo, mientras el país veía un partido de la selección de fútbol en la Copa América, en la Cámara de Representantes los nuestros resultaron más efectivos que Duván Zapata, quienes anotaron en el arco propio.
Qué tristeza para una ciudad y una región de la cual sobran los análisis y estudios que hacemos diariamente sobre su deterioro social y económico por la informalidad, el desempleo, la migración y la inseguridad.
Finalmente, eso no le interesa al congreso, que Cúcuta se joda, es más importante que los corruptos tengan la oportunidad de contemplar sus manos sucias y los resultados de sus fechorías en el ambiente apacible de sus casas.
Muchos de los congresistas lo que hicieron el miércoles pasado en últimas es defender sus propios intereses, muchos oscuros, en un país en donde algunos de los avales a los candidatos se dan en las cárceles y no en los directorios de los partidos políticos.
Por eso, varios congresistas que le juegan sucio al país, salieron después a celebrar ese Gol en favor de la corrupción, y hasta festejaron con vallenatos y whisky, y una vez más se burlaron de Colombia; eso no les interesa, porque lo peor de todo es que saben que ahora en octubre en las elecciones vuelven y se burlan del país, porque el entramado de la corrupción es tan fuerte y los intereses ocultos son tan profundos, que saben que ahora en octubre vuelven a quedar elegidos, y entonces una vez más celebran con otra parranda vallenata y más whisky. Por todo ello, es que de las frases que no pierden vigencia en el país, ya casi para exhibirlas en un museo o para que las incluyan en los libros de historia en las escuelas, aquella de Turbay : “ la corrupción hay que ajustarla a sus justas proporciones”, a la que hay que agregarle otra reciente, de otro padre de la patria que terminó preso, y que según el congreso actual, merece la casa por cárcel, el senador Martínez, quien en una erudición parlamentaria llegó
a decir que “ una alcaldía era más rentable que un embarque de coca”.
Hoy en día, cerca del 60% de los colombianos no creen en su presidente, la justicia es una de las instituciones con menos credibilidad, la JEP ya tiene un inicio de referendo para derogarlo, y la revista The Economist en una publicación de estos días le recomienda a Duque que se salga de la sombra de Uribe, y el Congreso por el suelo. El colombiano con toda razón no cree en sus instituciones, no tiene confianza, y quienes pudieron estar interesados en invertir en el país, pues después de ese gol del miércoles con el que ganaron los corruptos, pues invierten sus dineros en otros países más confiables.
Pues bien, en otra de esas frases históricas, el que tenía razón era el maestro Darío Echandía quien dijo que: “Colombia es un país de cafres”. Lo más triste del tema es que muchos de esos cafres vuelven y ganan ahora en octubre. Esa es nuestra tragedia.