La caída del precio internacional del petróleo, la posible subida de la tasa de interés en Estados Unidos, la expectativa sobre lo que pueda suceder en Grecia y sus efectos sobre la Unión Europea y el resto del mundo, han sido las causas de la intranquilidad global, en los últimos meses.
Pero el pánico registrado en el mercado bursátil chino desde mediados de junio ha desviado la atención hacia el país asiático.
Esta situación ha llevado a 1.300 empresas de la segunda economía mundial a suspender su cotización en el mercado, pues las acciones han perdido en promedio 34 por ciento de su valor y de poco han servido los 41.000 millones de dólares inyectados por el gobierno a las corredoras de bolsa para evitar su caída.
El estallido de esta burbuja bursátil puede traer efectos más graves que la crisis griega, dada la representatividad de la economía china.
Como resultado del efecto dominó las consecuencias de estos desbarajustes se sienten de inmediato en todas partes del globo terrestre, con más énfasis en los países emergentes.
En América Latina las principales monedas han perdido considerable poder adquisitivo.
A nivel regional el peso colombiano se ha devaluado en lo corrido del año en 12 por ciento y en un 45 por ciento en los últimos 12 meses.
El peso ($) ocupa el primer lugar en Latinoamérica como la moneda más devaluada y el cuarto puesto a nivel mundial.
El bolívar venezolano parece que está fuera de concurso, pues los analistas poco lo citan en estas comparaciones.
Como si lo anterior no fuera suficiente para generar inquietud en todos los ámbitos internacionales, hay tremenda preocupación por los anuncios de una crisis económica en Puerto Rico.
¿Hasta dónde llegará esta incertidumbre?