Amables lectores: Desde el año 2010 se han presentado en Colombia 57.582 denuncias por corrupción y de estas, según información suministrada por Miguel Gómez Martínez se alcanza un 94% de impunidad. Si se tratara de un evento deportivo diríamos que la corrupción derrota a la justicia por un amplio marcador.

Los delitos denunciados se reparten entre peculado por apropiación y contratos sin cumplimiento de los requisitos legales. Adicional a estos dos se destacan concusión y cohecho. Un 78% de estos delitos están en un interminable proceso de indagación por parte de nuestra justicia. La impunidad se destaca en los departamentos más pobres y con mayores necesidades. San Andrés con un 99.2%, Guaviare 99%, Putumayo 97.6%, Vaupés 97.2%.

Los hampones saben que la justicia no funciona, pero lo más grave tampoco opera la sanción social. En muchos de los departamentos más corruptos la ciudadanía aplaude, victoria y reelige a quienes por muchos años, por ellos mismos o por terceras personas, han creado verdaderas mafias, dedicadas al saqueo de los recursos públicos. En departamentos petroleros como Arauca y Casanare los fondos de regalías han sido un jugoso botín de los corruptos, con la permisibilidad social.

En Colombia, roban los de derecha y los de izquierda, hombres o mujeres, educados o poco formados jóvenes o mayores, en resumen no distingue partidos políticos, ni género, ni nivel educativo, ni edad. En el actual gobierno de izquierda se han sucedido una serie de escándalos que han salpicado a la administración en este primer año de gestión al más alto nivel de la organización oficial.

Con estos marcadores y mientras los hampones que pululan en el país no tengan miedo de una justicia eficaz nuestra democracia está en peligro. Si analizamos el primer el primer año del gobierno Petro, con más preocupaciones que realizaciones, se destaca un exceso de ideología y un gran afán de polarizar las discusiones que ha desgastado, sin necesidad, al gobierno.

Ya arrancó el segundo semestre del año en curso, con los datos que se tienen a la mano se refleja un notable freno en el ritmo de las actividades productivas en el país, en comparación con el año anterior el resto del año se perfila con inflación y desempleo aún altos. La confianza de las empresas y de los hogares, sobre las perspectivas económicas, siguen muy sensibles, a un complejo e incierto panorama político interno; es necesario crear más confianza dejando al lado la ideología política y el populismo. La seguridad se salió de las manos del gobierno.

Las fuerzas armadas y de policía no tienen un mandato claro. Conocedores del tema afirman que se perdieron cerca de 2.000 años de experiencia al descabezar cincuenta generales con una experiencia de cuarenta años en promedio y se ha demostrado que el ministro actual no es la persona para desempeñar ese cargo.