Por estos días ocurrieron dos manifestaciones, dos respaldos provenientes de importantes funcionarios que muestra lo que ocurre con la política en América Latina de estos días. La primera, algo inadvertida pasó la noticia del respaldo de Diosdado Cabello al presidente Petro con ocasión de la investigación que le abrió el CNE por los gastos de su campaña.

Según el ministro venezolano, es una evidencia que lo que ocurrió el pasado 28 de julio con las elecciones en Venezuela “fue un intento de golpe de Estado en contra de Maduro”.

Curiosa similitud, inoportuno “respaldo” para el gobierno de Colombia. Sin duda que es más el daño y preocupación que debería generar en razón de quien proviene, pero hasta curiosidad que muy poco, casi nada, los medios de comunicación registraron esas declaraciones. Es como si nos estuviéramos habituando a esa clase de expresiones en algunos países de esta parte del mundo.

Que en este momento Venezuela esté cuestionada en el mundo por la falta de trasparencia de sus elecciones, y que a pesar de ello el rechazo internacional no haya tenido la suficiente fuerza para que llegue Edmundo González a la presidencia, y todo lo contrario, su “poderoso ministro” salga a respaldar lo que sucede en otro país, habla mal de lo que está la política.               

 Otro episodio, otras declaraciones, otro “supuesto indecoroso respaldo”, ocurrió por estos días con ocasión de la posesión de la presidente de Méjico, cuando el presidente Petro llegó a señalar que la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, años antes, había sido militante del M – 19. Entiendo que en algunos medios de Méjico no fueron bien recibidas estas declaraciones de parte del presidente de Colombia.

En definitiva se aprecia que cada vez existe una identidad de intereses de algunos países de la región, que si bien políticamente tienen derecho, de todos modos esas declaraciones, esos pronunciamientos como el de Diosdado Cabello de tratar de interferir en un proceso de protesta que se sigue en otro país, muestra que se están trasgrediendo todos los límites y fronteras de lo debería ser una democracia. Ni la entiende ni le interesa.

Aquí en Colombia, preocupa y resulta ser muy grave la actitud del presidente de convocar y llamar a todas las fuerzas populares del país a protestar contra la decisión del CNE. No cabe la menor duda que el presidente tiene claro lo que son las competencias del CNE, que no puede ir más allá de una multa, de que este organismo lo más que podría llegar a hacer en su momento, es enviar el resultado de la investigación a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, quien sí tiene la competencia para adelantar una investigación.

De ahí no pasa, el presidente sabe que nada va a ocurrir, que Duque y Santos también los investigaron por lo mismo y nada pasó. Lo tiene claro.

Pero Petro hace lo que sabe y le gusta, y que electoralmente le ha dado resultados: provocar a las fuerzas populares. Sin duda ya está en campaña, y como se expresaba en algunos medios por estos días, el Acuerdo Nacional que presentara el ministro Cristo recientemente, no alcanzó a durar ni 48 horas.

Por decirlo de alguna manera: indecorosa estrategia del presidente al tratar de imponer un estilo confrontacional, irresponsable, así se esté llevando el país por delante. Con esa sola manifestación de esta semana, el país sigue por el camino de la incertidumbre. Hechos y sucesos que siguen ocurriendo en estos países que van por caminos que preocupan, y ante todo, resultan ser indecorosos.

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