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Inspirar
Cuanto nos puede inspirar un artista. Diría que más que él, sus obras.
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Miércoles, 24 de Noviembre de 2021

Recibió Rubén Blades el reconocimiento a Persona del Año en la versión más reciente de los Latin Grammy. La vida y carrera de Blades no requieren antesala, es el panameño más famoso del mundo y su legado es una mezcla de poesía, salsa, talento, música y humanidad. En la entrega del reconocimiento las palabras del también cantante Residente, no pasaron inadvertidas. Su gesto y expresión eran las de un niño frente a un maestro, a un ídolo, a una inspiración.

Entre otras cosas le confesó cómo los personajes de sus canciones marcaron su vida al ser de carne y hueso, y por ello jamás se sintió sólo: “a mí me dolió la muerte de Adán García y soy de los que creo que Sebastián no estaba loco porque yo también tuve novias imaginarias y me tocaste el alma con tus cuentas del alma porque todavía mi mamá duerme frente a la televisión cuando se siente sola” le dijo.

Cuanto nos puede inspirar un artista. Diría que más que él, sus obras.

Tenemos la costumbre de exigirles incluso que sean correctos que vayan más allá de la humanidad o de los errores.

Rubén es una muestra de ese difícil equilibrio: exitoso musical y económicamente, con decisiones para ayudar a las personas, actuando en vez de quejarse, tomando riesgos a costa de su fama, pero siempre creeremos que expresa lo que piensa en sus canciones.

Ahí, digo, se da el éxito, en que su obra refleja la verdad, una verdad con la que miles se identifican.

Por décadas ha dicho Rubén en su música cosas que todos sabemos pero muy pocos dicen: “estudia, trabaja y sé gente primero”, “que alguien me diga si ha visto a mi hijo, preguntaba la Doña”, “se vende un país portátil con su autoestima en el suelo (…) un lugar sin memoria donde ya nada sorprende, vive el crimen indultado o a un charlatán presidente”… y podemos seguir.

 

¿Cuáles artistas de nuestra ciudad inspiran a sus ciudadanos?

El arte no está llamado para ser consigna de nada, pero nos entrega una sensibilidad más que necesaria.

Es tan importante que se conozcan a nuestros artistas, aunque este es un discurso envejecido ya que siempre se han suplicado por más espacios, más presupuesto, más escenarios y muy pocos en verdad tienen un reconocimiento real. 

Es innegable que para poder admirar a los artistas hay que verlos, ver sus obras, ir a las exposiciones, ir al teatro, leer sus libros, sentir el arpegio en sus melodías, que no sean esfuerzos solitarios. Incluir más cultura en la vida de nuestros jóvenes y de todos.

¿Qué pasa cuando esto no se puede hacer?

Cuando no hay escenarios para la expresión, cuando no hay escuelas de artes, cuando no hay recitales, publicaciones, música, folklore, cuando la cultura parece algo sin importancia y las decisiones políticas apuntan a invisibilizarla, sólo se ve el desierto.

Sin obras que admirar, sin artistas que reconocer, la violencia, el odio, el sectarismo y la banalidad siempre ganaran terreno.

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