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Intervalos buenos
La misión es personal y visionaria, es una batalla de sensatez, una versión distinta de liderazgo.
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Domingo, 28 de Julio de 2019

Tocar el cristal de los sueños, para volverlos transparentes y conciliarlos con las fases de la vida, produce un efecto mágico para asomarse a la ventana de la libertad y superar las limitaciones.  

Es todo un acierto saber cuándo se cumplen esos intervalos, cómo son las porciones de tiempo, o de espacio, en las cuales suceden las cosas buenas y se ajustan las leyes particulares de nuestra existencia.

En ellos, la posibilidad de buscar la raíz de la esperanza se abre fresca, genuina, como un reto maravilloso para comprender -el ser humano- que posee el don de superar su dimensión mortal.

Uno debe generar sobre sí mismo un conocimiento interior tal, que le permita configurar su evolución de una manera autóctona y ajustar la geometría espiritual que debe proponer en su peregrinar.

No tiene alternativa: si no, se vuelve un títere repetible y no podrá escuchar el eco de su propio corazón, ni las campanas que dibujan sonoras, con su repicar de pájaros, la mañana en el alma.

La misión es personal y visionaria, es una batalla de sensatez, una versión distinta de liderazgo, con una forma particular de ver el mundo para arriesgarse a ser auténtico.

Ese saber íntimo nos inspira mejores decisiones e ilustra el proyecto primordial que espera por nosotros, para aceptar con reverencia la opción del destino y asimilar, con humildad, una actitud optimista.  

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