En Colombia bien puede suceder lo más extravagante, lo inverosímil, que en ocasiones llega a los límites de la ficción e incluso con frecuencia nos acercamos a lo más degradante. Por estos días escuchaba una charla sobre Nietzsche y una de sus frases podría descifrarnos: “El hombre cuando sueña lo hace como los dioses, y cuando actúa lo hace peor que los animales”. Así es, en nuestro lenguaje popular con frecuencia decimos que vivimos en el mejor país del mundo, que es uno de los países más felices y aún así, en algunos municipios de Santander la codicia lo puede todo, y les damos carnes de caballo y de burro a los jóvenes que van a ser el futuro de Colombia. Ese comerciante es igual de bandido y asesino como los dos policías que mataron a patadas a un joven abogado padre de dos hijos. A pesar de ello, en esa doble moral, algún periódico despistado bien puede titular que está demostrado que somos uno de los países más felices del mundo.
Lo inverosímil se traslada sin ninguna dificultad al desorden que puede presentarse en nuestras instituciones de salud, y por ello fácilmente en un hospital de una población en la costa de Colombia, algunas enfermeras que seguramente estaban viendo con mucho patriotismo el tour de Francia, y no se dieron cuenta y les cambiaron los padres. Uno de los padres con el paso de los meses empezó a dudar, con todo lo que puede desencadenar en Colombia una sospecha de esas, de que su hijo para nada se parecía a él. Le alcanzó a preguntar a su sumisa mujer si en pandemia en algún momento se había desconfinado, y sólo con el tiempo se dio cuenta del error de las enfermeras. Inverosímil pero sucede en uno de los países más felices del mundo, tal como lo seguimos creyendo.
En otro campo de nuestra cotidianidad, que aún no logro descifrar si en realidad es inverosímil o mejor un chiste, la foto de Duque vestido de policía. Si lo que pretendía el presidente era dar un mensaje de autoridad, o de respaldo a la policía, sin duda creo que habría sido mejor ir a visitar a los dos niños de Javier Ordoñez que se quedaron sin padre. Mejor se lo dijo en estos días Daniel Coronel en su columna del domingo pasado a Duque: “Su trayectoria apenas fue la de haber desempeñado un cargo de segundo nivel en el Banco Interamericano de Desarrollo, y hoy en día su perfil apenas le da para haber sido viceministro”. Creo que no es ficción sino realidad.
Y hay muchas más cosas extravagantes que suceden en el país y Cúcuta, como la muy lamentable de Cadena que se sigue burlando de la ciudad, prefiriendo llevarse el equipo de futbol a Armenia sin pagar los dineros que le debe y sus jugadores. Tuve ocasión porque me lo solicitó el señor alcalde de asistir a una audiencia en la Superintendencia de Sociedad en favor del equipo, y da lástima y hasta vergüenza ver a los jugadores que a través de sus representantes se hicieron presentes, jugadores que dejaron el mejor de sus esfuerzos por el Cúcuta Deportivo, en otros años, como el “Pájaro Carpintero” y otros más, quienes en el ocaso de su carrera deportiva, Cadena se fue sin pagarles, y ahora, nuevamente se burla y se lleva el equipo de la ciudad. Inverosímil que un truhan se siga imponiendo a su capricho con lo poco que le queda a Cúcuta.