Esta estrategia de provocación por parte de Maduro para desviar la atención interna de su país hasta el momento ha servido para mostrar lo débiles que estamos en el campo de las relaciones internacionales, aunque nos pasamos de diplomáticos.
El resultado de la pasada reunión de la OEA, así lo demuestra, tanto por la cancha mostrada por el embajador venezolano, Roy Chaderton M, quien en su intervención en medio de bostezos e interrupciones del celular nos recordó cuatro verdades, como por el contacto que Maduro adelantó con el presidente de Panamá para asegurar su abstención en la votación.
Cuando se daba como gran noticia la reunión de la canciller María Ángela Holguín la semana entrante con el Secretario General de la ONU, fuimos informados que Maduro y Moon ya se habían reunido en Beijing. Allí, Maduro se entrevistó hasta con Putin.
La pregunta del millón es, ¿hasta cuándo durará este desgastador y costoso juego de pierde-pierde? ¿Qué beneficios se derivarán de este impasse para la olvidada frontera, tanto del vecino país como de Colombia?
Lo deseable es que haya pronta solución y que la atención de los mandatarios y funcionarios no sea por excepción, como en este caso, sino permanente.
Respecto a las declaraciones de Nicolás, Diosdado y Vielma sobre los cambios percibidos en la región tras el cierre de la frontera, hay que reconocer que tienen razón. La seguridad ha aumentado, pues en el momento casi que hay más militares que civiles y el rendimiento de los escasos recursos ha mejorado con la disminución de la población.
Esto demuestra que el modelo económico que allí rige solo da resultados si la frontera está cerrada y la apertura solo sirve para demostrar su ineficiencia. Un ciudadano que entró al país por Puerto Santander se quejaba de que desplazarse en taxi hasta Cúcuta le había costado dos millones de bolívares, lo que se gana en una semana.
Ante la falta de producción, Venezuela es el único país del mundo donde la devaluación no beneficia sus exportaciones.
Mientras en Argentina y Perú, por citar solo dos casos, la eliminación de tres ceros a los billetes de alta denominación, como parte de la estrategia, sirvió para bajar la hiperinflación de más de dos mil por ciento a solo un dígito en la década de los ochenta, en el país bolivariano este intento solo sirvió para acabar con el poder adquisitivo del bolívar fuerte.
Diosdado se lamenta de no haber implementado esta acción de cierre de frontera y deportación de colombianos desde hace cinco años.
Esto demuestra que está reconociendo el atraso, por lo menos de un quinquenio, para salir del atolladero en que se encuentran y alcanzar la meta de superar un modelo económico arcaico sin ton ni son. Debido al monopolio del Estado, en Venezuela la oferta y demanda solo opera en el mercado paralelo de divisas.