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La agonía de Europa
Desde el año 2000, la situación de las migraciones ha sido revisada y ha sido objeto de discusión política entre los europeos.
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Sábado, 8 de Octubre de 2016

El Brexit es visto como la ‘prueba irrefutable’ de la derrota del proyecto europeo y los valores que constituían el pegamento de la integración. La decisión del Reino Unido se interpretó como el fin del camino comunitario en Europa y, aunque tal vez lo sea, no es la mayor evidencia de tal cosa. A pesar de que el referendo es un acontecimiento totalmente novedoso e inesperado, no es el más importante y desestabilizador del proyecto civilizatorio. Las migraciones masivas provenientes del sur del Mediterráneo, sí lo son. 

Desde el año 2000, la situación de las migraciones ha sido revisada y ha sido objeto de discusión política entre los europeos. Por esa época se presentó una crisis de migraciones que, por supuesto, no alcanzaba las proporciones de la situación actual, lo cual desencadenó la elaboración de los acuerdos de Touquet, donde se pactó el control de una frontera del Reino Unido, desde territorio francés. Hoy, dicha frontera es el hogar permanente de más de 10.000 inmigrantes provenientes de África y Oriente Próximo: Calais. En la ciudad-puerto de Calais se vive una de las situaciones de hacinamiento y escasas condiciones de salubridad, debido a que se constituyó un campamento en el que hasta nueve personas comparten una tienda de diez metros cuadrados. La provisionalidad de Calais es totalmente dudosa, por no decir que imposible, teniendo en cuenta la llegada de cien nuevos inmigrantes diariamente. 

Al respecto, los dirigentes europeos han discutido una serie de herramientas para controlar el campamento y evitar que siga creciendo. Los planes para contener la migración expresan una mezcla de estrategias del hard y el soft power (poder duro y poder blando), ya que, por un lado, se encuentra la pretensión del mayor control de las fronteras mediante la inversión en seguridad –estrategia con más peso y recursos–, y por otro, otorgar ayudas al desarrollo de los países inestables que son el origen del problema.

Además, la mayor lideresa de Europa, Ángela Merkel, propuso replicar el pacto de Turquía con países como Libia, Egipto, Sudán, Afganistán y Eritrea. Sin embargo, no es una opción viable debido a la falta de institucionalidad y estructura estatal en la mayoría de países que son fuente de migrantes. La solución de François Hollande de cerrar definitivamente el campamento a finalizar el año tampoco es la salida hacia el conflicto, ya que el asunto no es tan simple como desmantelar la Jungla, sino elaborar planes que permitan solventar la crisis y dar una bocanada de aire al discurso de la integración y la solidaridad europeas, para demostrar que el fin de la Unión Europea no está cerca, y que, por el contrario, los Estados son capaces de unirse en medio de la tormenta. 

La tarea de los europeos no es luchar contra el Brexit, que finalmente ya es un tema sellado, sino aliviar la situación de los migrantes en Calais, donde las personas prefieren vivir en condiciones de nula calidad de vida, antes que volver a los países que alguna vez fueron su hogar.

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