Ver al presidente Duque reunido con los milicianos de la asonada nacional indefinida, en un acto de falta de autoridad inconcebible; ver a la alcaldesa Claudia López haciéndose bautizar por la minga indígena dos días antes de su desbandada a ver como protegían sus laboratorios de coca que la policía nacional interceptó y oírla, ella que es la jefe de la policía, hablando mal de ese cuerpo y apoyando a sus “muchachos”; ver a Cali tomada por los narcos con el aval de un alcalde que en otro país hubiera caído preso a las 24 horas; ver a un senador filo narco como Gustavo Bolívar dando plata a los criminales de la llamada primera línea y quemando policías, aupando la violencia contra ellos; ver a una Corte Suprema de Justicia persiguiendo a sus enemigos políticos y defendiendo a sus amigos políticos sin ningún tipo de vergüenza, mostrando que es una justicia politizada y militante; ver un Congreso que deja que la Corte Constitucional legisle por encima de ellos y dedicada a usurpar las funciones del poder legislativo nacional; ver unas fuerzas militares infiltradas por la narcoguerrilla atentando contra la ciudadanía y el jefe de estado; ver al ELN tomándose Cúcuta sin una respuesta militar contundente; ver al periodismo revolcándose en el mismo lodo de los politiqueros como dijo Juan Gossain; ver un estado cada vez más grande e invasivo queriendo hacer expropiación fiscal del empresariado, mientras sigue con un gasto descontrolado; ver a los bandidos que tienen postrada la seguridad en las ciudades ser dejados libres por jueces venales, a pesar de sus reincidencias mientras condenan la legítima defensa ciudadana, para solo nombrar solo unas pocas, ha hecho que este país esté exigiendo soluciones de orden.
Estas acciones, como diría un mamerto, derechizaron al país, pues para un mamerto el orden es fascismo como lo dijo el candidato santista y uno de los responsables de la inundación de coca del país, Alejandro Gaviria.
Ya vimos que las últimas elecciones en Chile mostraron un giro a la derecha y eso muestran las encuestas en Colombia, pero aún no sale quien aglutine esa voluntad. La última encuesta de Semana muestra que la mitad de los encuestados no votan por los actuales candidatos. Petro se mantiene en su quinta parte de los votantes. El centro santista ahora llamado Coalición de la Esperanza, seguros futuros aliados del petrismo, rodean una séptima parte de los encuestados. Lo mismo captura Equipo Colombia, llamado de centro derecha, que como vergonzantes de la derecha, ante los votantes tampoco son la opción. El Centro Democrático sin un impulso real de Uribe deberá unirse al Equipo Colombia. German Vargas tiene un 2% sin haberse lanzado; si se lanza lo deberá hacer con un claro programa creíble de derecha que es lo que los votantes esperan.
El país se derechizó, pero aún no es militante contra las corrientes que buscan acabar con la democracia que están enquistadas en el estado, o las que actúan por fuera de la ley (“Disidencias”) o las que siguen directrices externas (Primera Línea).
Hay que tener cuidado pues la tenaza prensa militante-justicia militante intentaran hacer todo para detener una opción de derecha con ayuda exterior, legal e ilegal. Espero que los últimos rastros de defensa democrática actúen en caso de grave amenaza, que un presidente “centrista” que no parece entender el momento histórico que se está viviendo, sería incapaz de ejercer.
Una frase que es oportuna para la Colombia de hoy la dijo el ex primer ministro británico, Lloyd George, “No hay error mayor que querer saltar un abismo en dos saltos”; es decir, pasar del desorden al orden pasando por el centro.
Nota final. Todos esperábamos que el general Mora fuera la persona que vigilará que el proceso con las farc no tomará el rumbo que tomó. Ahora, cinco años después de firmado, ya es muy tarde para hacerlo y de efecto inerte. Error general.
Manuel Guillermo Camargo Vega
Bogotá, noviembre de 2021