Ahora que Colombia entra el camino de construir un nuevo destino basado en la equidad social, buscándole poner punto final a las atrocidades de la desigualdad con sus violencias recurrentes y el entramado de otros designios consentidos por quienes manejan el poder como instrumento de privilegios, se deben dejar atrás el simplismo y la ingenuidad, que han funcionado a la medida del atraso para que nada cambie y se repita cíclicamente más de lo mismo en beneficio de los que se lucran de la “mezquina nómina”. Es un punto esencial de tomar en cuenta como garantía de no repetición.
Las lecciones que están en el Informe de la Comisión de la Verdad ayudan a comprender mejor el contexto de la realidad padecida y sirven para tomar conciencia del desmoronamiento al que se ha llegado en forma colectiva, sin que esa travesía dolorosa, por sus hondas heridas, haya sido tomada en cuenta como un referente decisivo en la contención de tantas tragedias acumuladas. Avanzar en el cambio implica dinamizar las acciones que pongan en evidencia que se está en el mismo. Lo que importa es no repetir la degradación de la cual se busca salir.
No es que sustituir las bases del modelo que colapsó por el peso de sus contradicciones se pueda hacer de un soplo. Aunque el tiempo ha reblandecido los factores de funcionamiento quedan remanentes que todavía cuentan. Son actores agazapados o visibles ejerciendo influencia hasta donde les alcance el aliento. En ese ejercicio se juegan sus restos con fidelidad a los intereses heredados o al patrimonio que les ha permitido estar por encima de los demás en forma inmerecida, por cuanto no tiene justificación que el sufrimiento de la mayoría sea el precio del goce de unos pocos.
Las ideas asumidas para desarrollar una posibilidad de cambio deben responder a una dinámica funcional. Esa dinámica impone conductas consecuentes, las cuales tienen que ver con la ética pública, o sea, la sujeción a principios de honradez de quienes tienen funciones de manejo de los recursos del Estado.
Es necesario entender que no se saldrá de la deuda social o la desigualdad si no se cambia el manejo de los recursos oficiales. Estos tienen que aplicarse sin sesgos, sin desvíos a fin de que su rendimiento se refleje en beneficio para la comunidad.
Cuando se habla de dinámica se toma en cuenta el interés colectivo.
La dinámica no puede ser la apariencia de las cosas. Es lo esencial. Configura una estética en el sentido de que todo aquello que se haga en función del interés común debe revestirse de condiciones sustantivas que le den fortaleza a la finalidad que se le asigna.
La historia de la humanidad es el monumento a la fortaleza de las ideas. Es la savia que nutre y genera agregados con nuevas perspectivas.
Y finalmente, las ideas no son estáticas. Alargan su vigencia en la medida de la utilidad que ofrezcan en función de la existencia.
Puntada
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