Amables Lectores: En los monitoreos de la economía de un país, según el economista Rafael Hoyos, del departamento de educación del Banco Mundial, siempre hay una variable que no aparece en la lista de indicadores macroeconómicos pero que es un determinante del crecimiento económico de largo plazo. Se trata de los “aprendizajes” que alcanzan niños y jóvenes en el sistema educativo, en áreas fundamentales como “la comprensión de lectura y las matemáticas”.
Contar con estas habilidades, es necesario para obtener un empleo estable en la formalidad, para usar con eficiencia las nuevas tecnologías y participar en procesos democráticos. Estos aprendizajes son el corazón de la productividad y “el motor del crecimiento económico”, sin estas habilidades muchos jóvenes abandonarán el nivel medio de educación sin posibilidades de conseguir “un empleo formal” y entrarán por largos periodos al desempleo, reduciendo su “productividad e ingresos en el largo plazo”.
Esta pérdida de productividad de los jóvenes da como resultado una tasa de crecimiento para Colombia menor a la alcanzable, si todos los niños adquirieran las habilidades mínimas necesarias al pasar por el sistema educativo.
Hoy se habla que en los próximos 12 años, la economía colombiana crecerá 3.7 por ciento al año para lograr un ingreso per capital de 33.7 millones de pesos en el 2030. Si el sistema educativo garantizara aprendizajes mínimos a todos los jóvenes que terminan la educación obligatoria, el país podría crecer al 4.54 por ciento anual y alcanzar un ingreso per capital de 36 millones de pesos anuales en el 2030.
El no tener en Colombia un sistema educativo que garantice el derecho a aprender cuesta a cada colombiano, según estudios de la universidad Stanford de los Estados Unidos, la suma de $2.300.000 pesos por año.
El “discurso” de los políticos siempre le da a la educación un lugar privilegiado y reconocen su importancia para promover crecimiento y movilidad social pero siempre sucede que otras prioridades se anteponen a la universalización de los aprendizajes. En el Japón se está probando un revolucionado plan piloto en educación llamado “Cambio valiente”. Se forma a los niños como “ciudadanos del mundo” y no como japoneses. Sus horizontes serán globales y no nacionales.
El programa a 12 años está basado en: Cero materias de relleno- cero tareas- solo tiene 5 asignaturas: aritmética de negocios con las operaciones básicas y uso de calculadoras financieras- lectura, leyendo una hoja diaria del libro que el niño escoja y terminan leyendo un libro por semana- Civismo – ética y respecto total a las leyes y a las normas de convivencia con la ecología y medio ambiente.
Los resultados son: Jóvenes que a los 18 años hablan 4 idiomas, conocen 4 culturas y 4 alfabetos. Son expertos en uso de sus computadoras y celulares pero como herramientas de trabajo. Leen 52 libros al año, respetan la ley, la ecología y la convivencia. Manejan con facilidad la aritmética de negocios y finanzas. Estos jóvenes competirán con nuestros hijos que saben más de chismes de farándula, de modelaje y sobre la vida de los artistas y sus amores, pero muy poca historia, literatura o matemáticas.
Hablan, muy regular, solo el español con una pésima ortografía. Odian los libros. No saben sumar quebrados y son “unos expertos” en “copiar” durante los exámenes y burlar las normas. Tenemos mucho trabajo por ejecutar, en la educación de nuestra juventud.
Pidamos a los nuevos gobernantes hacer de los aprendizajes una parte integral de su política económica y social. Nunca olvidemos que no hay política más efectiva para proveer bienestar e igualdad de oportunidades, que educar.