Los recientes hechos ocurridos con motivo del paro nacional, que degeneraron en agresiones contra el patrimonio público y contra los símbolos históricos, nos llevan a pensar no solo en una ausencia generalizada de cultura ciudadana, sino en el desconocimiento total de nuestro pasado histórico.
De ninguna manera se puede aceptar que un puñado de personas se apropie del significado de la memoria, para determinar si un monumento debe existir, o no. Menos aún, justificar un acto violento para derribarlo y destruirlo.
Los monumentos surgieron por una razón, y desde luego que nunca se pensó en exaltar a personalidades perfectas, pues en el mundo no las hay, ni las ha habido nunca, ni las habrá. Pensar a estas alturas que se debe acabar con la memoria de Colón, de Bolívar, de Santander, de Jiménez de Quezada o de Sebastián de Belalcázar, y de tantos otros personajes exaltados al tributo del bronce, no es mas que una locura. De ahí a que se pase a asaltar a los museos en busca de personajes exaltados en obras pictóricas, no deseados, o de artistas autores que no gocen de ciertas simpatías, no hay sino un paso, y eso significaría ya la barbarie total, en donde la ignorancia sería la que venga a imponer unos dictados horrendos, basados en la estupidez que señalan las cabezas huecas de quienes los ejecutan.
Tal vez este escenario que estamos viviendo, sea el producto de llevar ya 37 años de haberse abolido la cátedra de historia de los establecimientos educativos, lo que lleva a pensar en que la muchedumbre actúa a la primera señal, sin tener idea de lo que están haciendo, menos del desastre que provocan.
Desde luego que el gobierno debe estar dispuesto a abrir debates sobre la conveniencia o no de la presencia de un monumento público. Pero esos debates, tienen que estar enmarcados por una amplia participación ciudadana, en donde se permita una argumentación y una discusión, que lleve a elementos concluyentes en donde sea posible recoger el pensamiento mayoritario de la comunidad.
Y me parece que un buen comienzo, ahora que se ha evidenciado este tremendo vacío, es el de que se implante la cátedra de historia ya; sin mas vacilaciones. Existe la ley, también el decreto reglamentario, y la comisión que se encargó de su estudio viene trabajando desde hace dos años en el tema de la estructuración de los mecanismos y temarios. Entonces ¿qué esperamos?