En las pasadas elecciones para el Senado al final de decidir mi voto, opté por ejercer mi derecho político entre Andrés Cristo o Antanas Mockus. Finalmente lo hice por Andrés por el tema de región, pero desde luego considerando que el profesor Mockus es uno de los referentes de la sociedad colombiana por su pensamiento, por lo que hizo en la alcaldía de Bogotá, por la cultura ciudadana de la que aún nos quedan huellas, por sus ideas, y por muchas cosas más.
Esas actitudes que algunas personas llegan a tener afortunadamente frente a su sociedad los convierten en líderes, en mejores hombres, en referentes, y por ello su vida pública y hasta la privada debe ser más cuidadosa, precisamente porque ahora es un líder.
Ese fue el gran error que cometió Mockus al haber incurrido en la inhabilidad que le decretó el Consejo de Estado en esta semana, e hizo bien la justicia administrativa en hacerlo. Ahí no hay ninguna persecución.
La inhabilidad en la que incurrió Mockus es incuestionable. El numeral 3° del artículo 179 de la constitución es claro en cuanto le prohíbe a una persona que aspira a ser congresista, a que dentro de los 6 meses anteriores a la elección no pueda suscribir contrato, por sí mismo, o por interpuesta persona, con entidades del Estado.
Es una prevención sana que evita a que por ejemplo, una firma auditora contratada resulte siendo laxa frente a una empresa auditada, y termine doblegada porque esta última le promete unos buenos votos y apoyo financiero para una campaña que está en curso.
Lo que hizo el profesor Mockus es algo parecido a lo que puede hacer cualquier político de Atalaya de aquí, que tiene una firma, se avecina una elección, aparentemente se hace a un lado de la firma para guardar las apariencias, pero deja a un amigo como representante legal, y finalmente contrata, se gana la platica, hace la campaña y a los pocos días se posesiona como senador.
Eso no le queda bien profesor Mockus, y menos por tratarse de una persona de sus cualidades intelectuales y personales, porque en un caso como estos, más que el tema jurídico y de leyes, es una decepción que siente el ciudadano, precisamente porque Usted era uno de sus referentes.
Que una “leguleyada” de esas la haga en Colombia “el tuerto Gil”, alguno de los Nule, o algunos de aquí que se preparan para rezar en esta semana santa, pues vaya y venga. Es que no saben hacer más.
Pero proviniendo de una persona de las calidades de Mockus, lo que no entendió el profesor era que su responsabilidad frente al país resultaba ser mayor, y por ello el Consejo de Estado acertadamente le declaró la inhabilidad.
Por ello debió ser cuidadoso, porque en Colombia nos sobran casos en los que incluso los jueces con sus decisiones llegan a burlarse de la sociedad, como la que nos sucediera con esa otra decisión de estos días, la del que manejaba el PAE en una población de Santander; se roba más de 30.000 millones de la comida de los niños, y un juez lo condenó apenas a 36 meses, y como si ello no fuera suficiente, le dio casa por cárcel y el ladrón ahora se burla de Colombia.
La decisión que anula la elección de Mockus trae dos efectos letales. La primera es la de que al tratarse de la segunda votación más alta del país con cerca de 540 mil votos, muy posiblemente 3 o 4 senadores más de esa lista se caigan, colocando al país en una incertidumbre electoral porque a estas alturas hay que hacer casi un nuevo escrutinio. Imagínense. La segunda, que quienes demandaron a Mockus, no son precisamente unos angelitos, fueron algunos integrantes de Opción ciudadana, donde por ejemplo está el “tuerto” Gil. Deben estar felices. Se les arregló la semana santa. Mejor dicho profesor Mockus, habría sido preferible que se hubiera vuelto a bajar los pantalones, a que hubiera hecho lo que hizo.