La Organización Mundial de la Salud (OMS) prendió las alarmas por el aumento de un 400% en los casos de sarampión a nivel mundial. Durante el primer trimestre del 2019, los casos se cuadruplicaron (en relación con el mismo período del año inmediatamente anterior), pasando de veintiocho mil a ciento doce mil personas infectadas en 170 países –Colombia incluida–.
Si bien es cierto que África y el Sudeste asiático son las regiones más afectadas con la epidemia a causa de las precarias condiciones sanitarias que viven los países pobres y la falta de acceso a tratamiento y esquemas de vacunación, es preocupante la situación de los países con un alto ingreso medio: Primero, el incremento de un 300% de casos en Europa y segundo, la rápida propagación del virus en Estados Unidos, a pesar de haberse dado por erradicado en el año 2000. En el momento, el estado de Nueva York atraviesa el peor brote de sarampión desde 1991, y, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), se registraron 555 casos(solamente en el mes de abril), en 20 estados de la Nación.
El resurgimiento del sarampión en Europa y Estados Unidos obedece al crecimiento de la desconfianza en las vacunas, donde los grupos minoritarios antivacunas tratan de reivindicar la posibilidad de escoger en materia de vacunación, ignorando los efectos permanentes que dejan algunas enfermedades como la polio, tos ferina e incluso el sarampión. Las autoridades sanitarias e instituciones públicas de la rama ejecutiva están tomando medidas de alto impacto para detener la propagación del sarampión y proteger la inmunidad colectiva. Sin embargo, en grupos religiosos como la comunidad judía ortodoxa del estado de Nueva York, crece la oposición contra disposiciones que consideran radicales y en contra de las libertades civiles, luego de que el alcalde Bill de Blasio decretara el estado de emergencia y anunciara multas hasta de 1.000 dólares a ciudadanos que no estuviesen vacunados contra el virus.
La razón por la que la comunidad judía de Brooklyn y el distrito de Williamsburg rechaza la inoculación tiene que ver con motivos religiosos, argumentando la presencia de ADN de cerdo en las vacunas, y falsas advertencias respecto de que las vacunas causan autismo.
El debate, entonces, gira en torno a si debe prevalecer el bienestar común y la inmunidad colectiva antes que la autonomía del individuo y el libre ejercicio de la religión. Las opiniones se dividen entre quienes apoyan el recrudecimiento de la biopolítica –gestión de los procesos biológicos de la población a manos del Estado– en beneficio de la salud pública y quienes defienden la libertad civil y rechazan el tratamiento médico forzoso. A esto hay que añadir la preocupación de las autoridades ante la posibilidad de aparición de episodios antisemitas en relación con el rechazo de la comunidad judía ortodoxa a la inoculación.
Por ahora, el sarampión constituye una grave amenaza para la salud pública, y aunque en Colombia el activismo antivacunas no supone un gran obstáculo para la inmunización, el país hace parte del grupo de Naciones donde se ha confirmado la reaparición del virus, según informe de la OMS, por lo que las instituciones de salud deberán dar continuidad a los planes de control de brotes y vigilancia epidemiológica, para evitar que la epidemia siga creciendo a nivel mundial.