Que existan regiones en Colombia, en donde los casos delictivos estén creciendo por encima del 60%, es sin duda una señal de extrema alarma, pues coloca a los ciudadanos en un estado de zozobra e indignación, que les indica claramente el grado de peligro a que están sometidos en el transcurrir de sus diferentes actividades diarias.
Es peligroso en este país, no solo abordar la calle, sino cenar en un restaurante, comer algo en una cafetería, exhibir un celular, o portar una determinada prenda de vestir, mencionando desde luego una simple parada en un semáforo, en donde puede ser abordado por un individuo, o por una banda que, al mejor estilo de las películas, desata toda su furia contra las ocasionales víctimas.
Los organismos de seguridad, encabezados por la Policía, tienen que entrar a dar una respuesta a este estado de cosas, en donde también están involucrados los alcaldes. Los delincuentes están haciendo de las suyas, y el escenario indica que están ganando terreno todos los días, ante la mirada atónita de los ciudadanos que se sienten impotentes para enfrentar este estado de cosas.
Uno de los factores que ha incidido notablemente, ha sido el tema de la pandemia, que ha dejado sin empleo a miles de personas, en donde a muchas de ellas no les queda otro camino que salir desesperadamente a las calles a buscar su subsistencia. Pero también observamos a los delincuentes de profesión orondos en todas las ciudades, pues ante una Justicia que no está en capacidad de actuar, sus pretensiones adquieren cada día toda clase de instrumentos que los repotencian y los colocan en desafiantes acciones contra la población, tal como lo estamos observando con enorme preocupación.
En medio de este aterrador panorama, observamos casos positivos como el de Medellín, en donde se reportan 100 días sin homicidios y baja en las tasas de ocurrencia de delitos. ¿Cómo ha sido posible esto? Vale la pena analizarlo, pues es una demostración de que con políticas acertadas es posible diseñar objetivos y alcanzar metas.
Y aquí es donde cuenta la decidida articulación de las entidades implicadas, en donde también tiene que estar la comunidad a través de sus diferentes estamentos. Hace rato que en este país no se puede salir a pescar de noche, tal como lo denunció en su momento el doctor Darío Echandía, pero parece ser que ahora tampoco es posible salir a las calles, pues tanto de día como de noche se corren enormes riesgos que van desde exponer las pertenencias, hasta poner en peligro la propia vida.
Alcaldes, Policía y comunidad, tienen que ser un integrado permanente, en la lucha contra la delincuencia; la comunidad no puede seguir expuesta de esta manera tan preocupante como lo está ahora. Esperamos que los resultados cambien, o que cambien entonces las personas responsables de garantizarlo.
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