El siglo XXI quedará dolorosamente marcado por el coronavirus o COVID-19. Es una pandemia con desenfreno letal, según la fuerza que tuvo desde sus comienzos por el número de afectados que han sucumbido en diferentes países. Amenaza con alcanzar proporciones catastróficas si no se aplican con suficiente rigor los controles que puedan contrarrestar su agresividad. Su explosión fue desconcertante y aunque al parecer ya había indicios de su incubación se metió por entre el desconocimiento y la indiferencia de todos.
Hay antecedentes de otros colapsos de esas dimensiones desastrosas.
En el siglo XX fue la Segunda Guerra Mundial una hecatombe que arrastró a todas las naciones en forma despiadada hasta el abismo. Tuvo un efecto devastador, con descuartizamiento feroz de mucho de lo construido por la humanidad históricamente. Sobreponerse a ese aniquilamiento ha implicado esfuerzos comunes dada la magnitud de la barbarie generada por la confrontación de los ejércitos combatientes. El aporte de degradación del nazismo, con procedimientos criminales cometidos con tanta exacerbación en la contienda bélica, sobrepasó las líneas de protección y acumuló una desgracia de magnitud universal. Quedaron tantos desgarramientos de semejante carnicería, que todavía se sienten las turbulencias de ese holocausto de muerte y aniquilamiento de los valores de la existencia humana.
Los dos capítulos son desoladores. Son golpes que provocan retrocesos. Pero también parecieran ser ciclos recurrentes. En diferentes épocas se han padecido otras epidemias, que también fueron aforadas como pandemias. En los registros históricos figuran la viruela, el sarampión, el cólera, la peste negra, la gripe española, asiática y aviar, AH 1-N 1, el VIH, la plaga de Justiniano, el tifus, entre otros males graves. En la memoria de los tiempos están las aterradoras 7 plagas de Egipto y el diluvio universal, con todos sus suplicios.
Son epidemias y fenómenos turbulentos con estremecimientos colectivos y secuelas abrumadoras.
Esos hechos siempre han puesto a prueba la capacidad de la humanidad para sobreponerse. Frente a las enfermedades se han buscado remedios que lleven a la cura efectiva. Siempre ha habido una respuesta científica de parte de investigadores idóneos. Vacunas y otros medicamentos han resultado de estudios y elaboraciones que llevan a aciertos curativos en diferentes etapas de la historia de la humanidad. El conocimiento ha servido como llave que permite abrir la puerta para darle paso a la sanación de dolencias que dejan postración y muerte.
Pero la humanidad sigue siendo vulnerable, expuesta a horrores de asombro. El reto es superar el golpe.
Ante la nueva pandemia no solamente hay que aplicar controles de contención. Hay que revisar el sistema de la salud para actualizarlo y garantizar su eficiencia frente a todos los desafíos a que deba responder. Hay que dotar a los hospitales de los equipos que garanticen la prestación de servicios en forma óptima.
El problema que está en curso debe incidir en el fortalecimiento del sistema de salud en Colombia. Y estimular un sentimiento de unión de la comunidad nacional en defensa de la vida.
Puntada
El libro “´Trompoloco´ el visionario”, del cual es autor el periodista Agustín Suárez Ramones, es un homenaje póstumo muy merecido a Carlos Ramírez París, un cucuteño de perdurable prestancia.
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