El Gobierno Nacional acaba de lanzar un nuevo plan para intentar modernizar la Policía, dentro de un esfuerzo para poderla purgar de vicios en su interior y de falta de eficiencia en la prestación del servicio a los ciudadanos.
Se habla de incorporar elementos para la profesionalización de la carrera, de establecer un plan de incentivos económicos, priorizar el tema de los derechos humanos y la incorporación de tecnologías en la lucha contra la delincuencia. También contempla un nuevo diseño para los trajes que utilizan en el servicio; es decir, habrá ropa nueva.
Realmente es urgente una reforma a fondo para una institución que ha estado marcada por hechos de corrupción, de peleas internas por el poder, y de falta de herramientas efectivas para cumplir con su misión.
Pero me temo que el proceso, si no llegare a estar bien concebido, orientado y dirigido, no podrá estar en condiciones de obtener los cambios esperados. La Policía es una entidad demasiado grande, con miles de hombres y mujeres, y con un presupuesto descomunal, para atender las necesidades del servicio.
Por esta razón, la reforma tiene que estar muy bien pensada para que pueda tocar los fondos y las entrañas de la institución. Se conoce que el nuevo director es una persona esforzada y con una trayectoria limpia, pero se requiere un grupo de apoyo externo de la mas alta calidad, pues el rechazo al cambio no tardará en presentarse, tal como aparece en todas las instituciones en donde se quieren aplicar cambios drásticos.
Pero a su vez, dentro la institución no se aprecia la existencia del talento humano capacitado, para poder diseñar los cambios que se anuncian en esta nueva reforma y eso preocupa.
La Policía es un organismo clave dentro de cualquier sociedad y está llamada para ser un acompañante del ciudadano, no solo en su protección, sino también en la orientación y en la colaboración dentro de la convivencia comunitaria, y como tal tiene que ser eficiente para que sea creíble y para que goce de la confianza y el aprecio público. Cuando sea posible garantizar esos objetivos, volveremos al policía amigo, aliado y confiable, y el elemento indispensable y valorado dentro de la sociedad.
Las reformas en el papel suelen ser llamativas y propiciar esperanzas de cambio, pero la aplicación de las mismas no es tarea fácil y para nada sencilla, y menos en una institución del tamaño de la Policía; se requiere entonces determinación, acierto y compromiso, y me temo que los directores del proceso no están dentro de la institución.
Por otro lado, el anuncio de incentivos económicos, si bien es una herramienta que bien concebida puede funcionar, también resulta ser un elemento peligroso, cuando no se está en capacidad de controlarla; los escándalos de falsos positivos, pueden aflorar, cuando no es posible establecer quién realmente merece el reconocimiento.