Uno de los canales de información con mayor credibilidad en el mundo es la BBC de Londres. Sus páginas se ocuparon de lo que sucede en Colombia, resaltando en su edición de esta semana que el país entró a un camino desconocido en tres ámbitos: la protesta social, la economía y la representación política. Una de las reflexiones que cita corresponde a la del ex ministro Carlos Caballero Argáez, quien mejor lo sintetiza: “Nunca ví una élite política tan incapaz de llegar a resoluciones”.
Es la mejor descripción de lo que estamos viviendo, una incertidumbre total en la que la clase política a todo nivel se encuentra desbordada. No es sino constatar la decisión ingenua y absurda de la procuradora Margarita Cabello del pasado viernes, la de ordenar investigar a los alcaldes que no logren desbloquear sus municipios. Si no ha podido el presidente, menos el pobre alcalde del Tarra.
En esta crisis inédita, hubo al menos tres episodios esta semana que generaron aún mayor preocupación en el país: el viaje a regañadientes que hace 8 días hizo el presidente a la medianoche a Cali que vivía escenas de terror, casi al borde de una guerra civil, en donde la gente reclamaba la presencia de su presidente quien se resistía a ir. Ahí el país vio un presidente débil, sin ningún manejo, perdido, quien para completar se regresó a las 3 de la mañana.
El segundo episodio sucedería apenas unas horas después, con la reunión de Duque con los representantes del comité del paro y de la que el país estaba a la expectativa. Entendiéndose que muchos de los problemas del país vienen heredados de tiempo atrás, aún así el resultado no pudo ser peor con las declaraciones al día siguiente de los del comité: “Nosotros le decíamos una cosa al presidente, y nos contestaba otra”.
Y como si Colombia estuviere condenada a uno de los círculos del infierno a los que se refería Dante en la Divina Comedia, faltaba otro episodio que estremece al mundo: la niña que se suicidó en Popayán después de haber sido abusada por unos agentes de policía. En esta turbulencia que vive el país hay una realidad que hasta ahora está empezando a salir a flote, que los analistas tendrán que asimilar y analizar sus consecuencias: Colombia es un país en el que hoy en día hay 10 millones 900 mil jóvenes en la edad entre 18 a 26 años. De ellos el 33% ni estudian ni trabajan, los conocidos NINI. La fuerza de esta inédita protesta está ahí. No hay peor tragedia para un país que la frustración de sus jóvenes. En algunos países de América Central esa frustración juvenil dio origen a la banda criminal de los “Maras”, peligrosa, incontenible y desbordada.
Según la BBC estas protestas muestran otra particularidad inédita en el país: llegaron a medianos y pequeños municipios en Colombia en los que antes no se protestaba. Los retos que tiene el país con los jóvenes incluso ya va más allá de que se les garantice la matrícula cero, como lo anunció el gobierno. El asunto es más de fondo: conseguir trabajo después de graduarse en una universidad, en un país en el que por cuenta de la pandemia y las protestas ha perdido 10 años de crecimiento. Perdimos una década de desarrollo. En estas noticias infernales que con horror vemos por estos días, la prensa mostraba episodios como la cantidad de pollos que literalmente han tenido que ser sacrificados en una vía bloqueada porque no tenían como alimentarse.
Hoy surge un gran interrogante hacia el futuro próximo del país: ¿cómo sorteará Duque esta infernal crisis en los 15 meses que le restan? Algo le reconozco al presidente hoy, que al menos no ha decretado la conmoción interior y no ha ordenado militarizar el país. Es algo, porque podría ser peor; y para terminar, como la BBC lo alcanza a mencionar, ¿habrá pensado Duque en renunciar?
