Colombia asiste a un nuevo proceso electoral para la provisión, mediante el voto ciudadano, de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles. Ayer se cerraron las inscripciones de los aspirantes a esos cargos públicos regionales y fue surtido ese trámite en todos los departamentos. La subienda de candidatos alcanzó niveles superiores a los de otras épocas. Hasta podría pensarse que un nuevo aire democrático le infundió dinámica participativa a la política, garantizando oportunidades generalizadas. Lo importante es que esa cuantía no se vuelva frágil y se consolide como una expresión consciente de las responsabilidades inherentes al manejo de los asuntos públicos.
Hasta el momento los miles de colombianos que participarán en la carrera destinada a alcanzar los cargos de elección popular no han mostrado sus propuestas programáticas para los departamentos y los municipios que aspiran gobernar. No han pasado de insinuar la perspectiva emocional o el camino para llegar a su meta. O son pocos los comprometidos en un ejercicio solidario con la comunidad. Hay escasez de iniciativas cuando estas debieran estar entre las prioridades de la causa asumida. Y esto no deja de ser preocupante, puesto que da lugar a incertidumbres que afectan el futuro de municipios y departamentos, además de debilitar el desarrollo de la descentralización, considerada como motor para articular las regiones a una corriente de progreso económico, social y cultural.
En cuanto respecta a Norte de Santander casi todos los candidatos ya inscritos están en deuda con la opinión regional. No han expresado con claridad qué se proponen hacer si llegan a los cargos buscados, como si este fuera un territorio sin problemas. Esa subestimación al compromiso que implica gobernar lleva a pensar en el desconocimiento de las necesidades reconocidas. Por eso hay que insistir en que los candidatos pasen al tablero para probar su conocimiento de la región y lo que los anima para un manejo de gobierno.
En lo que falta para las elecciones los propios candidatos debieran convenir foros para exponer sus propuestas programáticas de cara al departamento en general y los municipios, en particular. El debate público llevaría a propuestas que se deben promover a la medida de los problemas que asedian a Norte de Santander. Y son muchos, de complejidades preocupantes. Y la falta del tratamiento requerido tiende a aguzarlos. Por lo demás, mediante el debate se facilitan más las soluciones, porque se gana claridad con la actualización del conocimiento.
Sin duda, importa mucho superar la rutina que impone ignorar la realidad o quedarse atrapado en el conformismo mientras se agravan las condiciones de vida de la población por el desviado manejo del poder o la fata de visión que impide avanzar en las garantías debidas a una comunidad hastiada a frustraciones en su existencia.
Las elecciones deben responder a un contenido político que no se reduce al alarde del voto popular sino que deben ofrecer el cumplimiento de actos que le aporten a la comunidad la llamada calidad de vida, que no son paliativos sino soluciones sostenibles para una existencia plena de satisfacciones.
Puntada
Los 120 años del colegio Sagrado Corazón deben tener resonancia regional por el aporte de ese centro de estudios a la educación en Norte Santander.
ciceronflorezm@gmail.com
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