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La vergüenza de los ranchos
Supongo que ninguna ciudad que se precie de ser tal permita que la ranchería la invada, como sucede en  Cúcuta.
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Viernes, 4 de Septiembre de 2015

Los nortesantandereanos nos envanecemos de Cúcuta  por múltiples motivos, entre ellos de que sea nuestra capital, y pregonamos, en tono alto, que es nuestra principal ciudad, y lo que se llama ciudad.

Pero, ¡ay!, como diría el poeta, si la contemplamos  desde lo alto, qué decepción al verla rodeada de ranchos en las zonas más representativas y elegantes. 

Digo ranchos porque un poco de construcciones de unas maderas y unos hierros mal sembrados y mal atravesados con techumbre de pobres materiales como tablas, mallas negras,  trozos de tela plástica  o láminas de zinc no pueden llamarse sino ranchos. 

Supongo que ninguna ciudad que se precie de ser tal permita que la ranchería la invada, como sucede en  Cúcuta, y no hablo de los alrededores sino de puntos que ustedes no van a creer.  

Y seamos sinceros y prácticos: por los prospectos que se ven de aspirantes a la alcaldía, nadie se va a despelucar por arreglar la ciudad. Menos le van a hincar el diente a un problema como este. Los cobertizos y las enramadas seguirán allí hasta que San Juan agache el dedo. 

La enumeración de estos ranchos es bastante larga. Empecemos por las ventas de gasolina en pimpinas y otros negocios que afean un importante sector que es ni más ni menos que la entrada a la ciudad desde Venezuela, en el barrio San Luis. 

Dichas ventas, instaladas en horrorosas chozas, están situadas a pocos metros del hotel Bolívar, del Éxito San Mateo, de la sede de la Policía Metropolitana, del colegio Santo Ángel, del Club Tenis y de un próximo moderno y fino centro comercial, entidades todas que lucen por sus edificios. No hay derecho a que se tiren las cosas buenas de la ciudad con colgandejos de ranchos al lado. 

En pleno centro encontramos los toldos del parque nacional debajo de los cuales desde décadas atrás señores y señoras elaboran declaraciones de renta, tutelas y otros documentos. ¡Qué mancha tan horrible en el corazón de la ciudad!

La gobernación del departamento no se escapa de tener ranchos de vecinos, particularmente garajes, siendo los más horrorosos los de motos, instalados en zaguanes y lotes a la intemperie o tierreros. 

Pero no se diga de otro sector que hoy por hoy es el polo de desarrollo de la ciudad, en donde se ubican el hotel Holiday In, el hotel Casino Internacional, el centro comercial Ventura Plata, la clínica San José, etc. 

Muy cerca hay garajes de mala muerte, techados como ya dije, y variedad de negocios entre los que se destacan los de loterías y de ventas de fritangas humeantes.  

Eso ya no es pobreza sino falta de compromiso y respeto con la ciudad, falta de dignidad y de amor propio. 

¡Qué lástima que quienes no quieren la ciudad   monten o sigan manteniendo, junto a lo que tenemos  para mostrar con orgullo, adefesios semejantes a los de tienduchas de carretera!    

orlandoclavijotorrado@yahoo.es

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