En medio de fuertes ventarrones y expectativas por parte de sus aliados políticos inició el Gobierno de Iván Duque Márquez. Recibió la Presidencia con la sorpresa de que su predecesor, en último momento, reconoció a Palestina como Estado, y empezó a gobernar teniendo en cuenta sus promesas de campaña.
Una de las primeras decisiones que tomó el nuevo presidente tuvo que ver con el retiro de Colombia de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), un bloque de países al que la Nación había pertenecido por casi diez años. Sin embargo, esta decisión no es ningún brexit, como lo han llamado algunos, sino una anticipación a algo que ya viene sucediendo: El fin de Unasur.
Al respecto hay que decir que la participación de Colombia en este organismo fue poco profunda y de la misma manera serán las consecuencias de desligarse de este proyecto político que lleva más de dos años en declive. Además, no es integrarse por integrarse, y hay otros escenarios de participación unilateral diferentes a Unasur y con mayor potencial, que permitirán mayor independencia y relevancia económica a los países de Latinoamérica.
Así mismo, Iván Duque inició su gobierno desde algunos de los lugares más abandonados del país. Desde el archipiélago de San Andrés y Providencia, anunció medidas para afrontar la crisis de la salud que no es ajena a esta zona, y desde Tibú, orientó su discurso hacia la reactivación económica del Catatumbo como mecanismo para salir del atraso en que viven más de 250.000 personas de los 11 municipios que conforman esta área.
En el ‘diálogo social en el Catatumbo’, como Duque llamó a la jornada que se llevó a cabo durante horas de la tarde en Tibú, no hubo mucho diálogo. A pesar del tono conciliador con que el presidente arrancó su mandato, no todos los sectores sociales del Catatumbo fueron bienvenidos ni escuchados.
Las comunidades más afectadas por la violencia en estos municipios no tuvieron un espacio para dirigirse al mandatario y no hubo participación de todos los sectores sociales. Por ejemplo, las autoridades tradicionales del pueblo barí no tuvieron un espacio para intervenir y tampoco se permitió el ingreso al recinto de los representantes de la Asociación de Campesinos del Catatumbo.
Quienes sí tuvieron voz fueron los empresarios y los representantes de las juntas de acción comunal. Sin embargo, el discurso estuvo orientado todo el tiempo hacia lo económico, y no se habló de ayuda humanitaria ni de cómo solventar la situación de orden público que se vive en El Catatumbo por culpa de los enfrentamientos entre el Eln y Los Pelusos.
Iván Duque habló de conectividad para el Catatumbo, internet de alta velocidad, mejoras en la infraestructura vial, exención del pago de impuesto de renta y lucha para mitigar el contrabando como formas de apoyar a los campesinos y productores de la región, muchas ideas buenas que hacen parte del discurso que poco a poco va marcando diferencias con el de su jefe político (Álvaro Uribe) y el del partido que lo llevó a la Casa de Nariño, el Centro Democrático.
Ojalá, en los próximos meses de gobierno se vea consistencia con lo manifestado durante las primeras 100 horas, se mantenga el apoyo a la Consulta Anticorrupción, se generen políticas públicas para construir país a pesar de las diferencias y todos los sectores sociales sean incluidos en el diálogo, no sólo los empresarios y dueños de la tierra.