Hace unas semanas, publiqué en la columna, el descontento ciudadano derivado del alto costo del SOAT, previo resumen de su carácter legal y las proporciones que lo componen. Además, presenté un ejemplo que permitía evidenciar una situación recurrente, aunque en esa oportunidad, se esperaba que al reducir el flujo automotor, el costo del documento podría tener un valor muy inferior al actual, pero infortunadamente su precio fue casi el mismo del año anterior.
En esta oportunidad, presento información más profunda, en el entendido que la misma corresponde a las fuentes primarias de los intervinientes en la estadística a saber: la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) y la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda) con corte a 31 de octubre de 2020.
Para entender el atractivo negocio del SOAT, es pertinente conocer su alcance de cubrimiento: Gastos médicos, quirúrgicos, farmacéuticos y hospitalarios; Incapacidad permanente; Muerte y gastos funerarios; Gastos de transporte y movilización de los lesionados.
El orden no importa, pero la jugosa cadena empieza por el descontrolado servicio de ambulancias, caracterizada por una peligrosa práctica comercial que fue corregida algunos meses por parte del ejecutivo municipal, al poner en marcha el Sistema de Emergencias Médicas (SEM), cuyo propósito tuvo como propósito ordenar el servicio de ambulancia que prestan las diferentes empresas, pero lamentablemente ya no existe y por tal motivo la guerra entre ellos radica en el “servicio” súper bien pagado de trasladar heridos así sea con solo raspaduras.
El tema de las ambulancias, está ligado al número de accidentes en los cuales resultan lesionados, muertos o los dos casos y la verdad, las cifras no me cuadran por ningún lado pese a que según la ANSV, en el 56,6% de los siniestros pagados, intervinieron conductores de motocicleta y en el 44,4% siete actores diferentes.
Conviene subrayar, que a nivel departamental los heridos que recibieron atención médica, se redujeron en un 65,42% y para el caso particular de Cúcuta, existe un registró 325 lesionados con corte al 31 de octubre de 2019, frente a 119 lesionados en el mismo período para el año 2020, lo cual representa una reducción del 63,38%.
Por otra parte, tomando la información de Fasecolda se observa que durante los tres primeros trimestres de 2019, se pagaron con cargo al SOAT, más de 1.243 millones de pesos y en plena pandemia (2020) se pagaron en siniestros, más de 1.158 millones pesos, cuando lo lógico es que al existir una reducción en la accidentalidad superior al 50%, pues se debió reflejar en lo pagado en siniestros, pero no fue así y creo que nunca lo será.
Aclaro que no pongo en duda la atención brindada por los centros hospitalarios pero las cifras que publicaron tanto la ANSV como Fasecolda, no coinciden en nada y en cambio, abren la puerta a una gigantesca duda de los usuarios que sorprendidos y resignados, no les queda otro remedio que pagar un documento de adquisición obligatoria, así los controles sean una mera ilusión.