El cuento de las nóminas paralelas, es un buen pretexto para volver al cuento del gallo capón. ¿Recuerdan? Todo se queda en una pregunta con tres opciones de respuesta: si, no, o el silencio y así se mantiene para la eternidad un estado de cosas.
Es el himno de las apariencias de la eficiencia y de la eficacia del Estado, algo así, como en el “Gato Pardo” de Lampedussa. Si queremos que todo siga igual; necesitamos que todo cambie. Complicado el acertijo ¿o no?
Es que el Estado Perfecto es el del logro de la planta global integral. Vale decir: que no falte un funcionario, pero que tampoco sobre. Y ningún régimen lo logra en la democracia electoral occidental, ni en el presidencial ni el parlamentario, ni en los otros. Porque todos inventan multiplicadores con finalidades protervas.
Es la razón de ser de las carreras administrativas que se paralizan en la implementación, o se burlan con disfraces de meritocracia, o se suplantan. Y una de esas formas es la aparente especialización en temas, con los contratos de servicios u OPS.
Sí, como en el cuento del gallo capón. Hay carrera administrativa, pero no. O no hay carrera administrativa, pero sí. Y mientras se logra lo uno o lo otro: Contratemos. Para ello existe la ley 1562 de 2012 y el Decreto 0723 de 2013 y el telón de fondo inmenso que da para todos los disfraces: La ley 80.32.3 de 1993
Y se rompe la regla, para que prime la excepción que es necesaria mientras no haya disfraces. Porque es que el disfraz es el que desnaturaliza la orden de prestación de servicios, cuando se vuelve botín político de partidos y partiditos y grupos de opinión. Órdenes absolutamente necesarias porque nunca se logrará la utopía de las carreras administrativas: que no falte un funcionario, pero que tampoco sobre, y así nace la clientela y la escuela más perversa de la función pública: El clientelismo.
El poder así logra garantizar su continuidad mediante la contraprestación del voto de apoyo y de agradecimiento en todas las jornadas electorales y se crea ese vínculo más sagrado que el familiar, pues al fin y al cabo es el de la supervivencia ¿Complicado no?
En esta búsqueda de soluciones, se originó por puestos y contratos la penúltima violencia (1930-1991) y degradación en la que andamos los colombianos.
La última, la que estamos viviendo es otra cosa; son el renacer sectario de las mal llamadas izquierda y derecha. El socialismo del siglo XXI que es una desnaturalización del mismo, ridículo y superficial, tanto como el de los Estados pobres que aparentan una riqueza inexistente.
Así que a partir de 1987 se desbocó el clientelismo con la contratación estatal multicolor de servicios y ahí vamos. Con carreras administrativas inexistentes, sustituidas por contratación de clientelas.